viernes, julio 09, 2004

Paki 31 – El silencio.

Supay ya había descansado lo suficiente, era hora de buscar nuevamente a su Ñusta, yo no tenía hambre y aunque había tenido pesadillas, pudo descansar y dormir algo. Su búsqueda empezó temprano a la madrugada, buscando esperar la llegada al hospital, busco algo lejos de sus últimos encuentros con sus cazadores un cuerpo que pudiera servirle, prefería tener que viajar en un cuerpo humano por mucho tiempo, que correr el riesgo de otra emboscada.
Supay busco en un mercado a unos dos kilómetros del hospital un cuerpo apto para su posesión, necesitaba un desecho de la humanidad, pero lo suficientemente fuerte para lograr llegar al hospital y poder hablar con la Ñusta, en medio de vendedores, visitantes, pordioseros, buscaba un cuerpo para continuar su misión, un cuerpo que le permitiera poder tocar así no fuera con su propia piel, la mano de su Ñusta, y por que no, pensar en poder besarla, algo tan irreal, en su misma condición de demonio no se daría nunca, pero tampoco se daría ahora que solo podía escoger despojos humanos, como podría atreverse a rozar sus labios con los de una mujer tan bella.
En medio de la multitud Supay encontró un cuerpo, tal vez no tan perfecto, para su misión, pero si par eludir la búsqueda de sus cazadores, ellos nunca pensarían que él hijo de Satanás utilizaría un cuerpo tan dañado para habitar la tierra, la idea de que el mal siempre viste de harapos solo cabe en la mente de gente superficial. Ahora Supay se dirigía en un pequeño trozo de madera con ruedas de metal con rumbo al hospital, sus manos sujetando dos trozos de madera que servían a manera de esquís sobre el asfalto, sobre ese caliente cemento, con su cabeza mirando al frente, observando solo la cintura de las personas a la altura de su mirada, dejando atrás un montón de periódicos que le servían al antiguo poseedor de su actual cuerpo como sustento, impulsándose como un niño en una patineta, con la diferencia de que Supay no era un niño, eso no era una patineta y tampoco tenia piernas.
En medio de la multitud que no comprendía el por que aquel hombre dejaba ese montón de diarios tirados en la calle, con esa mirada fija en una sola dirección, con un solo rumbo, la gente mirando sin saber si dar una limosna o hacerse a un lado para que pudiera pasar mejor en medio de la multitud si tiempo, sin sueños y sin ideas, ahora con rumbo a su Ñusta, pensando como entrar, con que disculpa lograr entrar al hospital a buscarla, comprendió que no sería fácil, pero tenia que hacerlo, tenía también que estar atento a su entorno, buscando cualquier señal de sus cazadores y pasar desapercibido, si es que se puede serlo con esas limitaciones, en este momento Supay sentía que era un error grande haber botado aquellos diarios, Eso sería la excusa perfecta para estar en cualquier lado, en cualquier esquina sin ser visto mas anormal de lo que ya era ese ser en cualquier lugar.
Por fin vio a su Ñusta acercarse al hospital, tenia que crear rápido una estrategia para logra acercarse sin crear sospecha, se acerco rápidamente a ella, la llamo por su nombre desde la inferior estatura a la que el destino lo había ligado, la Ñusta bajo la mirada con la sorpresa de ver a un extraño que supiera su nombre, mas sorprendida de que ese extraño supiera su nombre si ella aun haberse colocado la escarapela que la identificaba como enfermera de ese hospital, lo miro con cierta lastima y le pregunto en que podía servirle, Supay la miro fijamente a sus bellos ojos y le dijo “Soy yo”. La Ñusta comprendió automáticamente que era de nuevo el demonio, ese ser que ese día le salvo la vida sin saber por que.
“Solo quería saber que estabas bien, que ese día en aquel callejón no te había pasado nada”, - Dijo Supay. La Ñusta lo miro con algo de sorpresa, ya era el tercer cuerpo en el que veía a ese ser y realmente no eran personas a las que la vida hubiera tratado muy bien, pero esta vez, era una mezcla de mala suerte, dolor, casi un olvido total de Dios de la existencia de ese ser, el miedo y el pesar se mezclaron en los ojos de la Ñusta, quien no encontraba que decir, hasta que sacando palabras de su vos ahogada, pudo decir, “Que bien que no te haya matado”.
“Quisiera poder hablar con Usted de nuevo”, - Dijo Supay, - “Me gustaría poder tratar de comprender lo que estoy sintiendo y creo que Usted es la única que me lo puede explicar”, La Ñusta no dejaba de mirar a Supay sin saber que decir, después de unos segundos respondió, “Esta bien, pero deberemos hacerlo después de las 4 PM que es la hora en la que salgo de mi turno en el hospital, puede quedarse en la sala de espera y aguardar que yo salga”. Supay pensó que sería mucho tiempo, pero ya llevaba demasiado tiempo en esta búsqueda y le pareció que esperar unas horas no sería tan traumático. Con un gesto de su cabeza indico que estaba de acuerdo.
De una manera algo brusca llevo su extraño y pequeño vehículo hacia la sala de espera, donde se ubico en un rincón a esperar que pasara el tiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado bastante tu historia, pero me gustaria saber si piensas terminarla o si esta llega hasta aqui pues queda un tanto inconclusa y nos dejo con una sensacion de querer mas. De verdad te fellicito y espero un nuevo capitulo.