viernes, julio 09, 2004

Paki 21 - El olor del dolor.

Supay era un príncipe en el infierno, ahora era la burla del destino, un ser sin nada mas por qué vivir que la búsqueda de alguien, de ese ser que no conoce pero siente deseos no conocidos antes dentro de sí, esa Ñusta que sin querer le mostró lo que es el amor y lo que puede llegar a doler, lo que se puede llegar a sentir en cada intento de alcanzarlo, en cada intento de tratar de ser feliz en este nuevo lugar, en esta nueva vida, en este su nuevo infierno, su nueva Waka, ahora vivía en la cima de la miseria en la cima del dolor, en la cima de la tristeza, recordando su vida en el infierno, su bello paraíso de montañas calientes, de ríos de lava, de ángeles oscuros como él, recordando como él era el Némesis de las almas perdidas del Allpa Pacha, desde donde veía su rojo paraíso, el paraíso heredado por su padre, el mismísimo Satán, salpicado por el dolor de sus victimas, el sufrimiento eterno de los infieles, el dolor de una vida de placeres mundanos, por una eternidad de castigos.

¿Por qué murió todo lo que tenía?, por un amor, por una Ñusta, por el destino que fue marcado por aquellos ojos, por esa mirada, por esa cara, por ese rostro, por salvar su vida, por querer protegerla, por no saber lo que sentía, por no saber cual era el límite de su poder, por no saber hasta donde puede un ángel de la oscuridad llegar a amar, a querer. Él era el príncipe de se lugar, de su infierno, de su desterrado infierno, de su hogar, de su anhelado hogar. "Yo era el príncipe de ese lugar, tenía mis alas oscuras, y hoy estoy desnudo y ciego, soy la dulce burla de unos ojos y del destino", pensó Supay.

Alejado de su hogar, de su vida, tirado en el mundo como basura para reciclar, hablándose a sí mismo, ya no tiene a nadie cerca, solo consejos que recordar en su atormentada mente, tratando de armar una idea de lo que debe hacer, con sus recuerdos invadiendo su mente, con una ceguera real, igual a la ceguera de su mente que le impide ver la verdad, por que algunas veces nos duele abrir los ojos a la verdad, por que simplemente queremos crear una fantasía de lo irreal, por que a veces es mejor una mentira que te dé una alegría que una verdad que te haga sufrir. Supay ya no está en su casa, no hay nadie cerca de él, llegó a este mundo solo, solo, nadie le dijo cómo iba a ser su nueva vida, ahora tendrá que esperar.

El calor de la mañana le indicaba a Supay que era un nuevo día, así como el sonido de la gente que entraba a la sala llena de camas atendiendo a pacientes de escasos recursos, así como él, un pobre niño de la calle, sacado de su rutina por el destino de la vida, Supay escucha las voces a su alrededor, tratando de agudizar su oído y distinguir en medio de los ruidos de los aparatos, el chillar de las ruedas oxidadas de los aparatos viejos y descuidados de un hospital que cada vez necesita una intervención rápida para sacarlo de ese estado demacrado en el que se encuentra, ese estado donde cada vez se debe trabajar mas con las uñas para poder salvar la vida de alguien. Supay ahora presta atención a los detalles, olvidando su dolor, tratando de escuchar su voz, pensando llamarla apenas escuchara su dulce voz, pensando solo en eso, en escuchar su voz, que sería como una alarma que encendería el grito de la voz de Supay para llamarla por su nombre, por su dulce nombre, pues Supay ya sabía su nombre, ahora solo debe esperar, como una cazador en medio de la selva, solo que esta vez la presa es mas fuerte que el cazador.

Ya habían pasado varias horas, Supay no tenía éxito, su Ñusta no aparecía, su voz no llegaba a sus oídos, cada vez la tristeza se apoderaba mas de la mente de Supay, cada segundo que pasaba lo dedicaba a pensar como reaccionaría ella cuando él empezara a contar su historia, ¿Pero era la única forma de lograrlo?, ¿Debía ella saber la verdad?, ¿De que otra forma podría estar el junto a ella?. En medio de los pensamientos, del ruido de su mente, Supay escuchó su voz, trató de ubicarla, de saber de donde venía, la voz, trataba de inclinarse en su cama para orientar mejor sus oídos, cada vez escuchaba la voz mas y mas lejos, no lo pensó mas, empezó a gritar su nombre, como loco, como pidiendo ayuda, gritaba y gritaba su nombre, los pacientes de las otras camas lo volteaban a mirar, lo veían como si estuviera loco, Supay sintió como unas manos gruesas lo tomaron por los hombros y lo recostaron nuevamente en su cama, Supay guardó silencio por unos segundos pensando que era su Ñusta, "Cálmate" - Dijo la voz de la enfermera, pero no era la voz de su Ñusta, Supay gritó de nuevo el nombre de su Ñusta, gritaba y gritaba, mientras que la enfermera trataba de tranquilizarlo, los gritos de Supay cada vez eran mas fuertes, igualmente la gente empezaba a mirar aquella escena donde la enfermera ayudada ahora por 2 enfermeros trataban de controlar a ese pequeño niños que solo gritaba un nombre, el nombre de una princesa, el nombre de la Ñusta de Supay.

En medio del dolor, sin saber como ese niño podía tener tal fuerza, con una cantidad de huesos rotos que impedirían a cualquier persona tan siquiera sentarse, ahora luchaba por gritar, gritaba un solo nombre, gritaba fuerte, gritaba mientras era inyectado con calmantes que en pocos minutos lo tendrían en los brazos de Morfeo, sentía como ese liquido invadía su cuerpo, como mente perdía el control de su cuerpo, así como sentía que su dolor físico se perdía, mas no el de su alma, el dolor amor no tenía calmantes. Aún así seguía gritando, cada vez con menos fuerzas, con menos claridad, luego sintió como una mano acariciaba su rostro, "¿Por qué gritas mi nombre?", era la voz de su Ñusta, el corazón de Supay hizo un intento por latir mas rápido, mas no era posible, la cantidad de calmantes que tenía en su cuerpo le impedían ese placer, ese dolor, Supay trató de imaginar el rostro de su Ñusta, "Por fin te he encontrado" - Dijo el niño, con una voz dominada por los calmantes, con unos ojos perdidos en el infinito mundo de la oscuridad, donde el límite no existe, donde te esfuerzas por ver mas allá de ese muro de color negro sin lograrlo.

¿Cómo sabes mi nombre? - Preguntó la Ñusta, pero Supay no podía coordinar palabras, mucho menos una frase, los calmantes ya habían cumplido su cometido, ahora Supay se encontraba cerca de su Ñusta, de su meta, pero tan lejos al mismo tiempo, estaba dormido, siendo acariciado por su Ñusta, algo que Supay siempre había soñado, ahora que lo puede tener no lo puede disfrutar, de nuevo el destino le muestra a Supay que puede darle mucho, pero que también se lo puede quitar en cualquier instante, peor aún dejárselo cerca, mas no dejarlo disfrutar del placer de sentir lo que mas ha deseado, por lo que tantas veces ha luchado, por sentir de nuevo la piel de su Ñusta.

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