viernes, julio 09, 2004

Paki 1 - la bestia Supay.

En su hogar, en el mismo averno, en su Waka, Supay descansaba como todos los días de los últimos 500 años, el hijo favorito de Satán, heredó su maldad, su frialdad y el placer para hacer daño sin importar el por qué, Supay, demonio mas temido después de su padre, disfruta al tomar posesión de los hombres del Allpa pacha, un infierno menos caliente, pero igual de violento, la tierra, como lo llaman los humanos, esos seres débiles con los que Supay jugaba como marionetas.

Supay busca humanos, de buena apariencia, esos seres que son una tentación a la carne, tanto hombres como mujeres eran invadidos por él, tomando el control de sus acciones, que en la mayoría de los casos era la ejecución de los anhelos más oscuros de los seres que eran poseídos por él, en el fondo Supay era solo el impulso requerido para realizar el mal que todos llevamos dentro.

Orgulloso de sí, Supay tenia en su Waka las almas de todos aquellos a los que había hecho pecar, seres hermosos en vida, pero con almas tan oscuras como las noches mas frías, seres que encontraron la perdición en su diversión y que ahora están pagando todos sus pecados en los castigos eternos de la Waka.

Uno de los juegos favoritos de Supay era poseer cuerpos de jóvenes lideres de pandillas, narcotraficantes, o simplemente niños ricos que se divertían con hacer el mal, Supay solo hacía que las personas fueran mas extremistas al momento de pecar, al hacer daño, buscaba que no existieran los límites, gozaba de la sangre, de las violaciones en grupo, ya fuera a una mujer o a un hombre, disfrutaba de los rituales satánicos donde los niños eran parte de la ofrenda a su padre, muchas veces él mismo era el encargado en cuerpo ajeno de atravesar con dagas el pecho de inocentes sin bautizar para luego con sus propias manos extraer el corazón aún latiendo, sonriendo con su rostro manchado en la sangre que lo salpicó, disfrutando cada gota de sangre resbalando sobre sus mejillas, sintiendo el placer de los sentidos del cuerpo que en ese momento era su hogar.

El único dolor de Supay era no poder disfrutar del placer de los sentidos en carne propia, ni su piel, ni sus labios, ni sus manos, ni nada de su exterior sentían nada, su piel era una mezcla de metal y carne, carne quemada por el calor de la Waka, carne sin sentidos, recubriendo su maraña de entretejidos pedazos de metal, sus alas eran inmensas, tan fuertes y rápidas como las de su padre, aunque con menos oscuridad, estas alas no tenían carne, era la única parte de su cuerpo que no tenía carne, eran rudas, con un filo que no solo cortaba el aire, también cortaba todo lo que se interpusiera en ellas.

Supay no disfrutaba de mostrarse ante los humanos como era, él sabia que era demasiado horrendo, asqueroso y sucio, y que la mayoría de sus seguidores tenían un estereotipo de belleza en el cual el no encajaba, por eso tomaba los cuerpos de gente perfecta, por eso y por el hecho de que en esos cuerpos podía sentir las caricias, el roce sobre su piel, el placer de hacer daño, el contacto con la sangre, el placer de sentir como alguien lo golpeaba o rasguñaba, el placer de sentir ser mordido, de arrancar con la boca los labios de quien besaba, el placer de hacer daño con cada una de las células de su piel ajena.

En una de las tantas incursiones de Supay al Allpa pacha, tomó el control de una pandilla de expendedores de drogas de una barrio de clase alta, Supay en ese momento era el líder de la pandilla, y planeó con su grupo que le llevaran a una de sus fincas a una Ñusta, doncella, una hermosa joven mujer, preferiblemente virgen, -a Supay le gustaba esperar mientras sus empleados cumplían sus ordenes, le gustaba saber que estos podían fallar o traer algo que no le gustara, y gozaba golpeado a sus súbditos por su incompetencia.

Esa noche, como siempre, Supay pidió que la mujer que trajeran fuera desnudada y que cada uno de sus súbditos la violara antes de que él llegara, pero esa noche, Supay tenían algo que le molestaba en su mente perversa, y decidió llegar un poco mas temprano al campo donde se realizaría la violación y posterior asesinato de la joven, Supay vio a lo lejos como sus empleados se divertían arrancando la ropa de la joven, como la alaban de su cabello, como era pateada para que rodara por el piso y como muchos de ellos se empezaban a desnudar con sus caras de perros en calor.

De un momento a otro Supay vio los ojos de la niña, no supo que era lo que sentía, solo corrió hacia el sitio de la grotesca golpiza, abriéndose paso golpeando a sus súbditos, algunos ya poseídos por el licor y las drogas, además de su maldad interior sacaron sus armas y empezaron a dispararle sin importar que fuera el jefe, Supay tomó la joven en sus brazos y corrió en medio de la frondosa maleza, la ocultó, en medio de los disparos Supay le pidió que cerrara sus ojos y que solo los abriera cuando él se lo pidiera, cuando escuchara de nuevo su voz, la joven en medio de su shock obedeció, y como nunca antes Supay dejó ver su cuerpo de demonio, dejó su cuerpo mortal y extendió sus alas, al mismo tiempo produjo un grito que era mas fuerte y agudo que todo el sonido de las balas de la turba descontrolada que corría hacia él, Supay corrió hacia ellos quienes horrorizados lo vieron salir de la vegetación, sin dejar de gritar, Supay rompió con sus alas todo lo que se puso cerca de ellas, con sus manos arrancaba las extremidades de los seres que alcanzaba, solo se escuchaban gritos mudos en medio del escándalo producido por el chillido de Supay, en unos cuantos segundos el prado verde se tornó rojo y los pies de Supay eran una mezcla de pantano y sangre, aún no dejaban de gritar, era un sonido agudo, constante que cortaba lentamente los tímpanos de quienes lo escuchaban.

Supay tomó nuevamente su forma mortal y corrió hacia la joven, quien aún con sus ojos cerrados y los oídos tapados por sus manos seguía en una crisis nerviosa nunca antes sentida, Supay se acercó y le dijo, ya puedes abrir los ojos, todo ha terminado.

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