viernes, julio 09, 2004

Paki 31 – El silencio.

Supay ya había descansado lo suficiente, era hora de buscar nuevamente a su Ñusta, yo no tenía hambre y aunque había tenido pesadillas, pudo descansar y dormir algo. Su búsqueda empezó temprano a la madrugada, buscando esperar la llegada al hospital, busco algo lejos de sus últimos encuentros con sus cazadores un cuerpo que pudiera servirle, prefería tener que viajar en un cuerpo humano por mucho tiempo, que correr el riesgo de otra emboscada.
Supay busco en un mercado a unos dos kilómetros del hospital un cuerpo apto para su posesión, necesitaba un desecho de la humanidad, pero lo suficientemente fuerte para lograr llegar al hospital y poder hablar con la Ñusta, en medio de vendedores, visitantes, pordioseros, buscaba un cuerpo para continuar su misión, un cuerpo que le permitiera poder tocar así no fuera con su propia piel, la mano de su Ñusta, y por que no, pensar en poder besarla, algo tan irreal, en su misma condición de demonio no se daría nunca, pero tampoco se daría ahora que solo podía escoger despojos humanos, como podría atreverse a rozar sus labios con los de una mujer tan bella.
En medio de la multitud Supay encontró un cuerpo, tal vez no tan perfecto, para su misión, pero si par eludir la búsqueda de sus cazadores, ellos nunca pensarían que él hijo de Satanás utilizaría un cuerpo tan dañado para habitar la tierra, la idea de que el mal siempre viste de harapos solo cabe en la mente de gente superficial. Ahora Supay se dirigía en un pequeño trozo de madera con ruedas de metal con rumbo al hospital, sus manos sujetando dos trozos de madera que servían a manera de esquís sobre el asfalto, sobre ese caliente cemento, con su cabeza mirando al frente, observando solo la cintura de las personas a la altura de su mirada, dejando atrás un montón de periódicos que le servían al antiguo poseedor de su actual cuerpo como sustento, impulsándose como un niño en una patineta, con la diferencia de que Supay no era un niño, eso no era una patineta y tampoco tenia piernas.
En medio de la multitud que no comprendía el por que aquel hombre dejaba ese montón de diarios tirados en la calle, con esa mirada fija en una sola dirección, con un solo rumbo, la gente mirando sin saber si dar una limosna o hacerse a un lado para que pudiera pasar mejor en medio de la multitud si tiempo, sin sueños y sin ideas, ahora con rumbo a su Ñusta, pensando como entrar, con que disculpa lograr entrar al hospital a buscarla, comprendió que no sería fácil, pero tenia que hacerlo, tenía también que estar atento a su entorno, buscando cualquier señal de sus cazadores y pasar desapercibido, si es que se puede serlo con esas limitaciones, en este momento Supay sentía que era un error grande haber botado aquellos diarios, Eso sería la excusa perfecta para estar en cualquier lado, en cualquier esquina sin ser visto mas anormal de lo que ya era ese ser en cualquier lugar.
Por fin vio a su Ñusta acercarse al hospital, tenia que crear rápido una estrategia para logra acercarse sin crear sospecha, se acerco rápidamente a ella, la llamo por su nombre desde la inferior estatura a la que el destino lo había ligado, la Ñusta bajo la mirada con la sorpresa de ver a un extraño que supiera su nombre, mas sorprendida de que ese extraño supiera su nombre si ella aun haberse colocado la escarapela que la identificaba como enfermera de ese hospital, lo miro con cierta lastima y le pregunto en que podía servirle, Supay la miro fijamente a sus bellos ojos y le dijo “Soy yo”. La Ñusta comprendió automáticamente que era de nuevo el demonio, ese ser que ese día le salvo la vida sin saber por que.
“Solo quería saber que estabas bien, que ese día en aquel callejón no te había pasado nada”, - Dijo Supay. La Ñusta lo miro con algo de sorpresa, ya era el tercer cuerpo en el que veía a ese ser y realmente no eran personas a las que la vida hubiera tratado muy bien, pero esta vez, era una mezcla de mala suerte, dolor, casi un olvido total de Dios de la existencia de ese ser, el miedo y el pesar se mezclaron en los ojos de la Ñusta, quien no encontraba que decir, hasta que sacando palabras de su vos ahogada, pudo decir, “Que bien que no te haya matado”.
“Quisiera poder hablar con Usted de nuevo”, - Dijo Supay, - “Me gustaría poder tratar de comprender lo que estoy sintiendo y creo que Usted es la única que me lo puede explicar”, La Ñusta no dejaba de mirar a Supay sin saber que decir, después de unos segundos respondió, “Esta bien, pero deberemos hacerlo después de las 4 PM que es la hora en la que salgo de mi turno en el hospital, puede quedarse en la sala de espera y aguardar que yo salga”. Supay pensó que sería mucho tiempo, pero ya llevaba demasiado tiempo en esta búsqueda y le pareció que esperar unas horas no sería tan traumático. Con un gesto de su cabeza indico que estaba de acuerdo.
De una manera algo brusca llevo su extraño y pequeño vehículo hacia la sala de espera, donde se ubico en un rincón a esperar que pasara el tiempo.

Paki 30 – El descanso.

En cada mordisco, en cada piel que desgarraba con sus manos y dientes, Supay sentía cada vez mas dolor, pero el hambre era superior a esa sensación que tenia en sus manos, su cabeza y sus pies, sentía el dolor, cada vez más intenso, pero sentía que su estomago por fin tenia algo que digerir, comía rápidamente, como un depredador luego de días de búsqueda de alimento, igualmente, a cada mordisco miraba a su alrededor, no quería ser sorprendido nuevamente, lucha contra el dolor, lucha contra esa extraña sensación que nunca sintió estando en su Waka, ahora comer no era tan placentero, era una necesidad, mas algo que provocara placer a su paladar.
Lentamente fue terminando con los dos cuerpos, primero con el de la mujer y luego con el de su hijo, al final, como siempre desde que fue expulsado, no dejaba de sentir su dolor y repugnancia así mismo, esa extraña sensación, lo que algunos humanos llaman remordimiento, el vil arrepentimiento de las cosas que hacemos por gusto y que luego nuestra moral nos recuerda que no debemos hacer.
Dominado por el sueño, Supay deja de vigilar su entorno, dejándose caer dormido en un rincón del campanario de aquella iglesia, su mente comienza a reemplazar pedazos de realidad por sus más oscuros pensamientos y fantasías irreales, mezclas de nubes pintadas con sangre, dolor almacenado en falsas caricias, muerte, desolación y victoria, perdido y sin control en el basto mundo de su inconsciente, donde los sueños dañan tu mente y es tu mente quien los crea, un suicidio silencio, con los ojos cerrados, con su cuerpo que en medio de su dormir mueve sin control bruscamente alguna extremidad, donde su mente envía ondas como choques eléctricos que causan golpes bruscos en sus manos y en sus pies, donde la imaginación no deja paso a la realidad, ahí se encuentra Supay ahora, en ese oscuro y misterioso lugar, donde entra al cerrar los ojos en cada sueño luego de ser expulsado de su hogar, de su infierno.
De repente escucha una voz que lo llama en medio de sus sueños, gira su pesado cuerpo bombardeado por imágenes sin color, con dolor, tratando de apartar de su mente llena de ideas sin sentido, un espacio para esa voz, para encontrar la voz que lo llama, “Hijo mío, ven acá”, – Escucho Supay en medio del ruido de disparos, gritos, golpes, todos creados en su mente, mas por recuerdos que por imaginación, para Supay la voz era familiar, pero no recordaba de quien era, “Hijo, ven acá”, - Le repitió la voz, Supay busca más rápidamente, tratando de controlar el cuerpo rebelde de sus sueños.
Por fin encontró el origen de la voz, en medio de las imágenes pudo ver el rostro de un ser conocido, no un amigo, tampoco un enemigo, tal vez alguien con tantas dudas como él mismo. Era el sacerdote que había encontrado en sus primeros días en el Allpa Pacha, Supay sabia que era un sueño, pero su presencia en él era muy demasiado real. Supay podía controlar muy pocos sus movimientos, prácticamente era el sacerdote el que se acercaba a él, con un control increíble de sus movimientos, se movía rápidamente, sin problemas, atravesando cada uno de los sueños de Supay como si fueran solo nubes pintadas con un holograma.
Se acerco y lo miro profundamente a sus ojos, Supay sentía como el resto de sus sueños pasaban a su alrededor, prácticamente ya no intervenían en su entorno, era como si alrededor de ellos se hubiera construido una esfera de cristal que repeliera todos aquellos sueños o ideas que pudieran desconcentrarlo de la conversación que estaba apunto de empezar.
“Has llegado lejos”, – Dijo el Sacerdote – “¿Crees que aun debes seguir tras esta idea, detrás de este sueño?”.
Supay no dudo en contestar, - “Claro que debo seguir, ya estoy cerca de mi meta, cerca de lograr lo que he venido buscando”.
El sacerdote guardo silencio y miro alrededor los sueños de Supay, como tratando de interpretar que sentía, que pensaba, sus ojos se perdían en la inmensidad de la mente confusa de Supay, ahí donde nada parece ser real y la muerte esta en cada flor marchita que adorna su entorno, donde las rosas son negras y el solo esta en eterna eclipse, ahí trato de buscar la real misión de Supay.
“Tu misión es volver a ganarte tu hogar, no buscar ideas y sueños remotos que no pueden ser, busca la manera de ser perdonado por tu padre, pero no intentes cumplir sueños imposibles, busca la verdad detrás de ese velo que cubre tus ojos”, – Dijo el Sacerdote.
“La vida esta llena de mediocres con buenas ideas que nunca son puestas en marcha”, - Dijo Supay - “Déjame construir mi propio camino, ser mi propio sueño, y no seas mi sobra que teme triunfar”.
“La vida esta llena de grandes problemas” – Dijo el Sacerdote – “Pero tu ahora estas en medio de dos fuerzas separadas desde hace milenios, estas creando una lucha entre el bien y el mal, involucrando la fuerza de los humanos y dándole razón de ser a sus creencias más primitivas, a la existencia de Dios y del Diablo”.
“Eso es extraño viniendo de ti”, - Dijo Supay – “¿Es que acaso dudas ahora de tu Dios?”.
“Nunca lo he dudado” – Dijo el Sacerdote – “Pero a veces es mejor estar fuera de lo terrenal, para eso les di el libre albedrío”.
Supay miro de una manera extraña al Sacerdote, “Hablas como si fueras Dios”.
“Lo soy”, – Respondió el Sacerdote, - “Lo soy, no creas que tu mente es un sitio restringido para mis dominios, que no intervenga en tu vida no quiere decir que no me importes, ni tampoco es el hecho para que me tengas miedo”.
“No veo pro que temerte”, - Dijo Supay – “Si realmente eres tan bueno, ¿Por qué he de temerte?”.
Los ojos del Sacerdote pintaron una mueca de rabia al ver la soberbia de Supay, -“Eres el hijo de uno de mis más grandes hijos, eso te hace mi nieto, hijo del diablo, nieto de Dios, eres libre, así fuiste creado, como todos mis hijos”.
“No como todos”, - Respondió Supay – “Mi padre fue la única criatura que creaste completamente libre, por eso prefirió gobernar en el asqueroso infierno que ser esclavo de tu tierno paraíso. El resto de tus criaturas, incluyéndome, fuimos creados con miedo, hacia ti, y hacia mi padre, solo nos diste la libertad de a quien temerle más, de esa manera saber a quien servir, con el miedo del castigo eterno o del placer infinito de tu paraíso, paraíso que realmente no se que tan bueno sea, con tus angelitos blancos, con sus alitas de algodón” – Decía Supay en tono burlón – “Con sus liras tocando canciones para dormir, que eternidad tan aburridora, ¿Para que nos diste los sentidos, si no podemos disfrutarlos?.
La cólera del Sacerdote se veía cada vez mas en sus ojos, era como si estuviera hablando directamente con Satán, la misma irreverencia, la ausencia de miedo a su presencia, era como repetir la historia del destierro. La creación de aquel lugar donde se castiga el mal, ese lugar creado por Dios para la existencia eterna de sus hijos con demasiada libertad, el problema radica, en cuando el hijo puede llegar a superar al padre.
Los sueños de Supay parecían correr mas y más rápido, convirtiéndose a veces en las paredes de un remolino de ideas y recuerdos alrededor de aquella esfera que pretendía evitar el contacto con lo real, con el mundo real de los sueños de Supay.
“Tu destino esta en tus manos, eres libre de hacer lo que desees”, - Dijo el Sacerdote – “Pero tu verdadero hogar esta en el infierno, deja a estos humanos, es mejor que las fuerzas del cielo y el infierno no intervengan en esto, prácticamente, ellos ya tienen parte de su destino final creados, solo por ellos y para ellos, cada uno labra su destino, cada uno pone su meta final, cada cual construye su paraíso, su infierno, hace muchos años que fuimos olvidados, es mejor así, gobernar un ejercito de personas que no respetan mi nombre, que recurren a la oración como último recurso, como el recurso de los incapaces, cuando su destino mediocre impide la creación de sus sueños, ahí esta la existencia del creador, del todo poderoso, en una oración de suplica, en una oración por ayuda”.
“Tu y tus iglesias lo hicieron así”, - Dijo Supay – “Iglesias que cada vez separan mas y más a tus supuestos hijos, mis supuestos hermanos, así, tu y tus fieles sacerdotes, lograron hacer que el pueblo olvidara lo que realmente significa un paraíso, tu dejaste que ellos se convirtieran en el peor tipo de demonios, al menos yo mato por naturaleza, no me duele hacerlo, pero ellos matan y luego te buscan en una oración para dar gracias por el pan recibido, ese pan recibido por la bala que cruzo la cabeza de un hermano que no pensaba igual, bala pagada, bala cumplida, una pequeña radiografía del mundo en la isla de tu eterno olvido, tu eterno castigo, ahora tienes dos infiernos, uno controlado por mi Padre y otro que se salio de tus manos”.
Una mirada tan fría como el hielo cruzaba los ojos del Sacerdote y de Supay, la esfera se fue desvaneciendo, los sueños y recuerdos de Supay, esas imágenes en blanco y negro, en rojo sangre y dolor, se filtraban en medio de sus miradas, lentamente se fue construyendo una cortina de sueños entre sus miradas, Supay volvía a sus sueños y sentía como de un momento a otro algo salía de su cuerpo con una fuerza increíble, como la fuerza que aquella noche en la cueva sentía que entraba dentro de su cuerpo, esta vez la salida fue mas rápida que la entrada, pero el dolor fue igual, ahora con algo adicional, sentía algo de vació en su corazón.
Supay despertó como si hubieran golpeado una de sus manos, sus ojos se abrieron en su totalidad buscando la luz necesaria para construir la imagen de las cosas que lo rodeaban, ahora se sentía mas solo que nunca.

Paki 29 – Un viejo amigo.

Pierre Valdo se acerco en medio de la oscuridad, Supay solo espero a que este estuviera cerca, no hubo abrazos, no hubo ni siquiera un saludo de mano, solo una mirada fija a los ojos, ambos sabían quienes eran, uno un demonio, el otro un antiguo miembro de la hermandad Torquemada, entre los dos no podía haber contacto físico, pues Pierre tenía en su cuerpo tatuado el Báculo de Zoroastro, una especie de escudo contra demonios.
“¿Cómo me encontró?” – Pregunto Supay.
“Aun tengo contactos dentro de la Hermandad” – Dijo Pierre, - Ellos me mantienen informado de lo que pasa dentro de ella, de sus ultimas acciones, batallas y logros, he escuchado de las veces que han intentado capturarte y que siempre terminan con bajas en sus filas por la lucha fiera con la que te enfrentas, escuche sobre el ultimo ataque pocas horas atrás y pensando en la zona donde ocurrió el ataque solo imagine donde te esconderías, pensé que este sería tu lugar ideal”.
Supay pensó que si Pierre lo había encontrado, cualquier miembro de la hermandad podría hacerlo, “Creo entonces que este no es lugar seguro” – Dijo Supay.
“Opino lo mismo” – Dijo Pierre, “Este no es un lugar seguro, de hecho, en la tierra no tendrás lugar seguro, tu lugar mas seguro es el infierno”.
“No puedo volver a el, fui expulsado por mi padre” – Dijo Supay, - “Además no he terminado mi misión”.
“¿Tu misión?, ¿Cuál es tu misión?”.
Supay dudo unos segundos, la verdad, ni el mismo sabía cual era su misión, ya había encontrado a la Ñusta, ya le había, ya lo había visto en su forma de demonio, ¿Qué mas faltaba?, La mente de Supay no entendía, tal vez no quería hacerlo, sabía que ya había llegado al final del camino, ya había visto sus ojos, había tocado su piel, así fue por medio de otra piel que no fuera la suya, pero lo había hecho, tal vez era eso lo que faltaba, tocarla con su propia piel, sentir el placer de disfrutar la piel de la Ñusta con su propia piel, ya la había sentido su aroma, visto sus ojos y escuchado su voz, solo le faltaba sentirla y probar el sabor de sus labios.
Supay no respondió a Pierre, solo empezó a caminar hacia la puerta y le pregunto “Donde puedo quedarme por esta noche, necesito descansar, necesito comer, tengo mucha hambre, necesito poder descansar de una manera segura”.
“Puedes hacerlo en una Iglesia, ese sería el ultimo lugar donde yo te buscaría” – Dijo Pierre.
Supay recordó que uno de sus primeros escondites cuando llego a la tierra había sido una iglesia, “Si fue bueno una vez, puede volver a serlo de nuevo” – Pensó Supay.
“¿Que iglesia?” – Pregunto Supay.
“Puedes quedarte en esa” – Y con su mano, Pierre señalo una iglesia que se veía en medio de la ciudad, - “En las noches no habita nadie en ella, el sacerdote duerme fuera con su congregación”.
Supay aprobó la idea con un leve gesto de su cabeza, sin decir gracias, de nuevo el Ángel emprendió de nuevo su vuelo hacia la ciudad, su hambre cada vez era mayor, las prioridades han cambiado, ahora Supay desea primero comer y luego dormir, como un águila buscando su presa, empieza a buscar su alimento mientras se dirige a la iglesia, escoge al azar su victima, una mujer, de aproximadamente 36 años, de postre, el hijo que lleva a su lado, de la mano, no tan rápido como siempre, por el rediseño de sus alas, parte metal, parte carne, Supay cae en picada sobre sus presas, en medio del grito de la gente que corre si saber lo que pasa, gritos de auxilio y de dolor, un niño muerto en su mano izquierda, una madre que lucha por soltar las garras que ahora la ahorcan, mirando los ojos entre abiertos de su hijo, tratando de hacerse a la idea que aun puede hacer algo pro salvar a su pequeños, con sus manos de madre trata de abrir la mano que la sofoca, volando a cientos de metros del piso, piso que ahora se ve como ultimo destino final si logra soltarse, ve cerca de si a su hijo, sin poder gritarle, le falta el aire.
Supay se aleja del ruido de su nuevo ataque rumbo a su nuevo y temporal refugio por esta noche, lentamente se acerca, pero no comprende por que aun no ha podido terminar con la vida de aquella mujer, por que se niega a morir, lucha desesperada por liberarse, intentando algunas veces acariciar el rostro de su hijo, como con la esperanza de aun sentir calor en su rostro y no esa fría mira de la muerte que ahora poseen sus pequeños ojos entre abiertos.
Supay descarga sus dos presas en el piso, una muerta, la otra cansada, casi al final de una muerte por asfixia, la madre se arrastra en medio de su cansancio hacia el cuerpo inmóvil y frío de su hijo, tratando de gritar de tristeza, pero con las cuerdas bucales completamente dañadas por la presión que Supay ejerció sobre ellas, ahora solo le queda llorar en silencio, parándose como una loca, se dirige a atacar a Supay, mirando sus oscuros ojos y sin comprender el por que, sin tener miedo de la muerte, pues para ella la vida ya no tiene sentido sin su hijo.
Supay solo piensa en matarla, así será más rápido, menos dolor, y podrá dormir y descansar un poco, pero no fue tan fácil, nunca matar a una persona fue tan difícil para Supay, ahora no comprendía si la dificultad era por el debilitamiento de su cuerpo por todas las trasformaciones, su hambre y cansancio de los días en vigilia.
La mujer luchaba como un Guepardo defendiendo su hijo, con sus uñas, con sus dientes, Supay la tomo con una de sus manos, tratando de alejarla de si, luego trato de cortar su cuello con una de sus alas, pero esto no fue posible, la puta de sus alas ahora era mas carne que metal y lo que antes era un arma filosa y mortal, solo dio un golpe en el cuello de la mujer que callo en el piso cerca de él, la mujer se levanto con su boca llena de sangre y de nuevo ataco al asesino de su hijo, Supay cambio su ataque, solo dio un fuerte golpe en vientre de la madre y luego, estando tirada en el piso, golpeo fuerte su pecho con su mano abierta, con sus uñas como cuchillo traspaso su pecho, tomo su corazón y lo detuvo, lo apretó fuertemente con sus manos, miro los ojos de la madre, con ese rostro de terror que solo produce ver la muerte a tu lado. De un solo impulso Supay saco el corazón del pecho de la madre.
Ahora Supay ya tenia su banquete servido solo para él.

Paki 28 – El concejo.

Esta vez sus atacantes habían tenido menos éxito, pero Supay empezaba a sentir como cada vez se hacia mas humano y como su piel era más sensible y sus alas mas de carne, cada vez, era menos demonio, era mas humano, ahora sentía la brisa en sus alas al volar, era una nueva sensación agradable, pero también era un nuevo miedo, cualquier lanza sobre ellas causaría un daño grande.
Era hora de buscar refugio, buscar comida y tratar de encontrar el sueño perdido, ahora se sentía mas cansado que de costumbre, todo le costaba mas trabajo hacer todo lo corriente, trataba de concentrarse en encontrar un buen lugar, tal vez no cómodo, pero si seguro. Pensó en que debía buscar algo lejos del hospital, ya que todos sus ataques habían sido en un radio de acción cerca de donde trabajaba la Ñusta.
Se retiro a los limites de la ciudad, a las colinas, ahí donde se pierde el cemento y se transforma en trochas, caminos de herradura, donde las luces incandescentes se cambian por el reflejo de la luna y las estrellas, donde la ley no existe, por que no llega, donde la música es parte de todo y de nada, donde se pueden escuchar los gritos y ver gente corriendo sin que nadie la mire, sin saber si huye de la muerte o corren por haberla llamado, ahí descansa Supay, en el lugar mas inseguro para un humano, pero el mejor para un demonio.
En medio de la nada, para el resto del mundo, Supay desea descansar por un rato, encontró una casa abandonada, de madera, casi tan vieja como la tierra donde estaba construida, la hierba alrededor de la casa indicaba que hace mucho tiempo no pasaba gente en ese lugar, estaba invadida por enredaderas que lentamente invadían cada grita de la madera, dando un aspecto de camuflaje, donde parecía que la tierra se la fuera tragando con sus tentáculos, lentamente arrastrándola dentro de si.
Supay entro, no era difícil abrir aquella puerta, y encontrar una fauna de bichos, gusanos, termitas, todas alimentándose de todo lo que habitaba dentro de la casa, Supay busca un lugar cómodo para descansar, así mismo, un punto estratégico, donde pudiera ver si alguien entraba, todo para tener tiempo de huir o atacar, ahora se decidiría por la opción mas fácil, luchar era difícil, el hambre y el cansancio lo doblegaban, por ahora, solo deseaba huir en caso de un ataque, increíblemente ahora el que alguna vez fue un gran demonio huía de seres tan pequeños e insignificante como los humanos.
Descansa, entrando en el transe de sus sueños, en ese descanso que ahora mas que nunca es necesario para su ser, para su cuerpo cada vez mas debilitado por sus transformaciones, por cada posesión de cuerpos sin valor en el alma, ahora no solo es el dolor de acostarse en el piso y que sus alas no puedan encontrar una posición cómoda, ahora es sentir que la sangre circula por ellas, que necesita comida y descanso para revitalizarse, mira sus manos, con un dolor mas agudo que siempre, con tantas preocupaciones, con tantas ideas atormentando su mente. Ahora es tiempo de dormir, de descansar, pero sabe que dormir también es un castigo, cada maraña de recuerdos al azar disparados por su mente, sangre en blanco y negro, olores de dolor, gritos de muerte y de suplicas, lo que antes alimentaba su existencia, ahora atormenta sus sueños, peor aun, hasta los bellos momentos son invadidos por recuerdos creados, recuerdos que nunca existieron en su vida, pero que no sabe como llegaron a su mente, un beso, una caricia, solo la mente de Supay puede recordar cosas que no ha vivido.
En una esquina de la pequeña casa Supay intentaba descansar, cuando el ruido de la puerta abriéndose lo despertó de su letargo, preparado pero sin ganas de luchar, se levanta como un resorte, agita sus alas listas para volar y golpear con su escaso metal, Supay escucha una voz conocida – “Por fin te encuentro” – Supay no sabia si alegrase o asustarse, reconoció la voz y en medio de las sombras reconoció un rostro.

Paki 27 – Del bien y del mal.

La Ñusta corría lo más rápido que sus piernas se lo permitían, sin mirar a su alrededor solo corriendo, esquivando la gente, sin deseo de mirar atrás, asustada, solo buscado un refugio, solo tratando de encontrar algo lógico en todo lo visto, una forma de explicarse a sí misma que lo que había visto tenía una razón de ser, pero solo veía que todo lo que ella sabía hasta el momento se derrumbaba.
Ahora, su mente recordaba cada instante, cada palabra dicha por ese niño, por el enfermo terminal de cáncer, por ese mendigo en la calle, todo lo dicho por Supay, ella pensaba que la pesadilla que se creó en su mente el día de su casi violación terminaría con la matanza de aquella noche, con la salvación inexplicable de aquel ser, pero su pesadilla seguía, y quien sabe por cuanto tiempo mas.
Corría, solo quería llegar a un sitio donde se sintiera a salvo, sabía de la existencia de los demonios, pero no sabía que estuvieran tan cerca de ella y que su vida diera un giro tan radical, desde pequeña le hablaron de la tentación, del bien y del mal, pero nunca pensó en tener una prueba física de la existencia del lado oscuro, menos aún, que ella se vería en medio de una historia entre la lucha del bien y del mal.
Corrió hasta que su corazón no dió mas, se sintió segura de estaba rodeada de gente, pero sentía que aún no estaba segura, miró a la calle, hizo parar el primer taxi que pasó y le dió la dirección de su casa, donde creía que estaría a salvo, pensó en avisar a la autoridad, pero sabía que la policía no podría mediar en la lucha del bien y del mal, esto era algo que se salía de la mente de cualquier ser humano corriente, quería llegar a su casa, hablar con su padre, sabía que la edad de su padre era sinónimo de sabiduría y que tal vez él podía aclarar algunas de las dudas que ella tenia en este momento, su padre le había hablado muchas veces sobre esto, pero ella solo pensaba que era historias, que nunca llegaría a pasar realmente, que eran cosas de la iglesia para someter a su pueblo, pero ahora, todo cambiaba, todo giraba, toda su cabeza era un montón de ideas locas sueltas.
En aquel taxi, la Ñusta parecía en otro mundo, el taxista la miraba por el retrovisor, era difícil no hacerlo, su belleza cautivaba, sus ojos eran una llamada al pecado y su cuerpo bien moldeado por su ropa provocaba la mirada, mirada que hacía que el taxista descuidara un poco su atención en el tráfico y en las señales, que muchas veces no respetó por no alcanzarlas a ver a tiempo. Esa belleza en ese momento parecía alterada por algo.
Con el deseo de no pasar todo su recorrido hasta la casa de la Ñusta solo mirándola, tomó valor y empezó ha hablarle; "¿Puedo ayudarle en algo señorita?, La veo nerviosa" - Dijo el taxista.
La Ñusta guardó silencio por unos segundos, como tratando de volver a su realidad, a la realidad del taxi, miró por el retrovisor los ojos del taxista; "No, tranquilo!!!, solo un poco asustada, intentaron robarme ahora, ya sabe, esta ciudad es cada vez menos segura" - Contestó la Ñusta, tratando de desviar la atención de lo que realmente había pasado, tratando de desviar su propia atención de todo lo que una vez fué solamente una historia de fantasía, de ángeles y demonios, la cual ahora se hacía realidad, era como si sus sueños fueran mas reales que su propia vida, que la vida que ahora le cambia.
Todo el camino fue una charla monótona con el taxista, acerca del país, la inseguridad, el desempleo, el clima, todo lo que se puede llegar ha hablar con un extraño, esto ayudó a la Ñusta a desviar un poco la atención de su nuevo estado, ya se acercaban a su casa, a la casa de sus padres, pagó al taxista el costo de la carrera, corrió a la puerta de su casa, prefirió tocar la puerta y no abrir con sus propias llaves, no tenía cabeza para buscarlas en su bolso y mucho menos creía contar con el equilibrio de sus manos para meter la llave dentro del cerrojo, sus manos temblaban, frías como el hielo, solo esperaba que su padre abrirá pronto la puerta.
La puerta se abrió, era su padre, un hombre robusto, con el paso de tiempo pintado en su cabeza como pequeños ríos de plata en medio de una llanura, manos grandes, ojos oscuros tras los cristales de sus ante ojos. La Ñusta entró y se lanzó sobre su padre en un mar de lagrimas.
"Padre, lo he visto, realmente existen, lo vi, lo vi".

Paki 26 – Servil.

Buscando como buscar y agradar a su Ñusta, Supay piensa como lograr un nuevo acercamiento a su Ñusta y evitar a la hermandad, sabe que debe tomar la menor cantidad de veces el cuerpo de otros, su piel cada vez esta más débil y su antiguo escudo, sus alas, cada vez se tornan mas y mas débiles, debe hacerlo rápido, debe encontrar remedio a esta situación, a este dilema, decide hacer guardia a lo lejos del hospital seguir de nuevo a su Ñusta y no perderla por nada del mundo, seguirla, saber donde vive y tomar posesión de un nuevo cuerpo para poder acerca.

Ahora Supay descansa sobre las ramas de un gran árbol, siente la brisa en su cara, sensación que antes de que su vida cambiara no le hubiera hecho sentir nada, pero ahora Supay, sentía esa brisa, como una leve caricia, cerró sus ojos para tratar de olerla, para olfatear el viento, como si con ello pudiera oler la presencia de su Ñusta, lo que Supay no sabía era que estaba oliendo el olor de la muerte.

Sentía como era acariciado, cerraba sus ojos y pensaba que era su Ñusta, el dulce susurro del viento hablándole a su oído, palabras de lastima que él interpretaba con amor, abrazos que lo llenaban de vida, como diciendo, "Aquí estamos por vos", Sin darse cuenta que cada abrazo, cada susurro, cada caricia, es un simple "Pobre diablo no sabes lo que es el amor, ni lo que por él te espera". La sangre de Supay corre en su corazón, ansioso, expectante, esperando el momento en el que verá su Ñusta, espera como una mantis, quieto, haciendo parte del entorno, esperando, esperando quieto su destino, esperando, sin saber que llegará.

Esperando después de varias horas, de la larga noche y una fría mañana, por fin llega su Ñusta al hospital, ahora sigue la eterna espera hasta que sea su hora de salida, para seguirla y tratar de abordarla, la decisión estaba tomada, Supay se presentaría tal cual era, que mas podía perder, ya lo había perdido todo, ya solo tenía aire en sus pulmones y sangre que a veces su corazón no deseaba mover, ahora, es solo cuestión de esperar, esperar el destino, el azar de la vida.

Supay tenía hambre, llevaba mucho tiempo en esa incomoda posición, sin comer ni beber, pero tenía miedo de perder un instante de vista el hospital y no ver la salida de su Ñusta, todo el día el hospital estuvo en gran alboroto, muchos policías, Supay sabía por que, por la muerte del niño, por los destrozos que causó para salir, lo que no sabía era de que manera coherente podría explicar los testigos a la policía lo que vieron, pero a su vez esto servía para que la Ñusta creyera un poco mas en lo que Supay había dicho, en su confesión de ser un demonio.

En medio de su cansancio Supay cerraba los ojos sin darse cuenta, quedándose dormido como un vigía en su puesto de guardia cuando el cansancio te agota, en medio de ese estado de realidad y fantasía, Supay tenia leves sueños, confusos como de costumbre, mensajes envueltos en una masa gris de irrealidades, brillos de luz muerta, sonidos que recordaban su muerte del infierno, su exilio, su dolor, leves sueños, pocos segundos, pero sufrientes para agitar su corazón y volverlo a la realidad, así pasó sus últimas horas de vigía, en medio del sueño, en medio de la realidad, sin saber cual era peor.

Por fin vio salir a su Ñusta fuera del hospital, ahora debía seguirla, no podía perderla de vista, pero esto era lo más difícil, debía acercarse a ella y al mismo tiempo cuidarse de la Hermandad.

No lo pensó mas, vio un callejón, esa era su oportunidad, voló lo más rápido que se lo permitían sus debilitadas alas, vio el cuerpo de un mendigo, tomó rápidamente su cuerpo, teniendo posesión completa se dirigió hacia ella, como pidiendo una limosna; "No te asustes, soy yo, por favor, dame una oportunidad de seguir explicándote lo que soy, lo que pasa" - Dijo Supay.

La Ñusta, lo miró con ojos de miedo, el mendigo tomó su mano izquierda y la guió hacia el callejón, "Sé que tienes muchas dudas" - Dijo Supay, - "Pero todo se aclarará al mostrarte mi verdadero cuerpo".

Supay se alejó unos metros de la Ñusta, y dejando su nuevo cuerpo, en medio del oscuro callejón, Supay dejó ver su cuerpo de Demonio, su cuerpo real, un silencio frío invadió el oscuro callejón, los ojos de la Ñusta no podía creer lo que estaban viendo, un ser alto, con un cuerpo oscuro, alas metálicas, piel quemada y con muchas heridas, era algo horrible, algo para dejar mudo de la impresión a cualquier mortal, Supay agachó su cabeza al ver la reacción de la Ñusta, sabía que para ella no sería fácil ver su forma real, pero realmente el quería solo decirle lo que sentía por ella y todo lo que había hecho por ese momento.

La Ñusta miraba a su alrededor, veía las paredes de los edificios, como ahogando un grito, como buscando un aire robado en medio de la oscuridad, soportando su cuerpo contra una de las paredes para no caer al piso, Supay solo pudo preguntar si deseaba que volviera a su cuerpo mortal, la Ñusta tomó aire, lentamente se puso firme, lo miró a los ojos oscuros y le dijo, no, quédate así, quiero verte bien quiero saber que esto es real no solo un mal sueño.

Supay deseaba tocarla, pero tenía miedo de lastimarla, su piel rugosa y deforme podría lastimarla, pero daría lo que fuera por poder tocarla en carne propia, pero sabía que no debía hacerlo. En medio de su sueño inconcluso, Supay escuchó como el silencio que se había apoderado del callejo se rompía con un silbido que cortaba el aire, Supay miró hacia arriba vió como dos lanzas iban en su dirección, solo alcanzó a reaccionar, a moverse, a tiempo para evitar el impacto de las dos lanzas, miró las terrazas de los edificios del callejón, estaban llenas de gente de la Hermandad, miró a su Ñusta, vió como esta corría por la salida del callejón, solo pensó que era lo mejor ahora ella estaba a salvo, él solo tenía que distraer la atención de sus predadores para que ella pudiera huir mucho mas lejos, así empezó el nuevo ataque.

Paki 25 – La debilidad del alma.

Si cuerpo humano, ahora Supay habita en su oscuro cuerpo de metálicas y grandes alas, veía como esos tres hombres mataban a ese pobre niño como si fuera el mayor genocida del universo, escondido de tras de las ventanas, impotente, con el deseo de matar guardado dentro de sus puños cerrados, con deseos de atacarlos, de destrozarlos, de destruir cada uno de sus órganos, pero sabia que no los podía atacar, tal vez pertenecía a la hermandad y aun no se recuperaba por completo de su primer encuentro.

Enjaulado como un guepardo en medio de la libertad, rodeado de los barrotes de la libertad, cubierto por el techo del dolor, impotente, con sus deseos de atacar recluido tras sus dientes, no soporto mas aquella escena que el muchas veces había protagonizado, la matanza de un niño, sacrificio para su padre, sin pensarlo rompió el cristal que separaba la cárcel de la libertad y ataco a los tres hombres, con sus alas afiladas como espadas de samurai en sus extremos, trato de cortar a los hombres en dos, pero su cuerpo sitio como si se estrellase contra un campo de fuerza, contra un gran blindaje, ni siquiera la vez que se callo al océano había sido tan fuerte como esta nueva experiencia de dolor que sentía Supay. Aturdido, en una esquina de la habitación con todas las luces encendiéndose a su alrededor, los enfermos despertaron y vieron el extraño montón oscuro recostado en una esquina, veía como tres hombres vestidos de manera extraña se acercaban rápidamente a esa figura cada vez mas horrible, cada vez mas demoníaca.

Supay esta rodeado, no tenia por donde escapar, la habitación no era lo suficientemente alta para pasar volando sobre ellos sin evitar ser tocado, Supay pensó rápido, golpeo fuertemente con sus alas las paredes una y otra vez, emprendió una carrera loca hacia sus atacantes y en el ultimo instante giro completamente para encontrarse de frente contra la pared, logrando hacer un hueco por donde paso y huyo velozmente, primero corriendo y luego de recuperar completamente el equilibrio empezó a volar, sentía como sus alas repelían la punta de los arpones que le disparaban, voló lo mas rápido que pudo en medio de los estrechos pasillos, varios guardas lo esperaban con sus armas cargadas a la salida de uno de los pasillos, Supay sentía como las balas atravesaban su piel, giro rápidamente hacia la derecha y echando a tierra una puerta entro en otra habitación, rompió el cristal y voló libre hacia la oscuridad de la fría noche.

De nuevo, mas dudas, mas intrigas, sentía que cada vez la hermandad estaba mas cerca de él y que a cada momento se haría mas difícil poder estar al lado de su Ñusta, poder convencerla de su verdad, de su horrible verdad, tenía que planear nuevas estrategias para localizarla y poder hablarle. Sentía en su cuerpo todo lo que habían dicho sus hermanos, como lentamente se iba debilitando, como sus alas perdían la solidez y como sentía cada vez mas los impactos de las balas y los golpes en su cuerpo. Sus alas, anteriormente su principal escudo invulnerables, ahora mostraba resto de la batalla, rasguños, como marcas hechas con una moneda sobre la pintura de un auto cualquiera, veía como sus fuertes alas perdía ese brillo oscuro que lo hacia invisible en la noche, ahora sus alas no solo dolían en su unión a su cuerpo de carne, si no también en todo su existir, Supay sin dar crédito a lo que veía, notaba como un extremo de sus las dejaba escapar una pequeña gota de sangre, su sólido metal ahora se esta transformando en débil carne humana, sus escudos se estaban transformando en algo tan débil como la piel de sus ojos que se cerraban a la verdad.

Paki 24 – Supay, el demonio.

Lenta y pausadamente, buscando las palabras correctas, buscando la forma mas decente de decirle a su Ñusta lo que era, lo que en realidad ocultaba ese cuerpo de niño, la verdadera alma bajo ese montón de piel y huesos rotos, escudriñaba su mente, buscaba cosas lindas, cosas que nunca había, buscaba la manera mas digna y hermosa de decirle cuanto la amaba, también como decirle, “Soy un demonio”, su mente se nublaba, su boca solo podía poner un poco mas pausadas las palabras para lograr encontrar las palabras adecuada.

“Yo estuve ese día de la matanza, el día que casi te matan, el día en que alguien llego, te tomo en sus brazos, te saco de esa turba de hombres que deseaban matarte, yo estaba ahí, cuando empezó la matanza, cuando tus ojos cerrados no podía ver lo que pasaba, mas tu mente recreaba los sonidos, yo estaba ahí, cuando te recogieron, yo fui el hombre que te tomo en los brazos, el hombre que te cargo, el hombre que acabo con cada uno de los que desearon hacerte daño, ya fui el que te saco luego en la camioneta para salvarte y alejarte de esa multitud”.

La Ñusta solo podía mirar y escuchar atentamente, sorprendida, sin saber como podía tener tantos detalles de aquella horrible noche, no sabia como ese niño y el joven que le salvo la vida fueran la misma persona, pero algo dentro de ella le hacia saber que el niño no mentía.

“¿Cómo es posible que sepas tantas cosas?” – Pregunto la Ñusta – “No entiendo, explícame, estoy asustada, no comprendo, ¿como puedes saber eso?, ¿como me conoces?, ¿como sabes mi nombre?, vamos dilo rápido.

“Hay algo mas difícil de creer que eso” – Dijo Supay.
“¿Crees en Dios?” – Pregunto Supay.
La Ñusta contesto afirmativamente.
“Entonces crees en mi padre” – Dijo Supay.
“¿Eres un Ángel guardia? – Pregunto la Ñusta.
“Soy un Ángel” – Dijo Supay – “Mas no tu ángel de la guardia, soy una ángel del lado oscuro, mi padre es el dueño regente del averno, soy un Ángel caído, un Demonio”.

Supay sintió como la Ñusta soltaba su mano lentamente, este quería apretarla, pero temía provocarle mas miedo, temía que lo creyera loco, que escuchar su historia solo hasta ahí.

“¿Por qué en el cuerpo de un niño?” – Pregunto la Ñusta.
“Por que no puedo escoger el cuerpo que quiera, solo puedo escoger cuerpos débiles, decadentes, ¿no se si recuerdas un paciente de Cáncer que murió aquí hace pocos días?” – Dijo Supay.

“Si” Respondió la Ñusta, “El señor Jiménez, ¿ese eras tu?”.
“Si, pero no alcance a decirte nada, ahora debo hablar rápido, por que no se hasta cuando me durara este cuerpo, cuando empiece a curarse no será mas apto para mi, por favor, tratare de acercarme a ti nuevamente, no se en que cuerpo, solo déjame acercarme a ti, para poder hablarte y que me reconozcas.” – Dijo Supay.

“Esto es de locos” – Afirmo la Ñusta, - “¿Como puedo creerte semejante historia?”

“De que manera podría saber tanto de ti, la masacre, el paciente de Cáncer, el atraco frustrado en el Bus, son cosas que solo tu sabes, y puedo decírtelas con detalles, solo esa es la forma de explicártela”

Siguieron hablando, Supay mostrándole los detalles de cada evento para que la Ñusta quedara convencida, después de varias hora y siendo ya la hora de terminar su jornada de trabajo, la Ñusta se despidió del Niño, con un montón de dudas, montón de temores, si eso era verdad, ¿como explicar que el hijo de Satanás la protegiera?, y ¿por que?.

Supay empezó a sentir el sueño invadir su cuerpo, en parte por el cansancio normal, por no comer bien, la comida del hospital no saciaba su apetito, además los medicamentos para el dolor lo hacia adormecerse mas aun. Supay cayo en un sueño profundo.

En medio de la noche, en ese oscuro y triste hospital nocturno, tres hombres ingresaban por la azotea de la edificación, era ya media noche, solo estaban las enfermeras de turno y uno que otro guardia medio dormidos y otros entretenidos con algún programa en la pequeña Televisión portátil. Los hombres llegaron a la sala de cuidados intensivos donde se encontraba el niño poseído por Supay, con linternas ancladas a un soporte en sus cascos, buscaban en medio de la oscuridad, era hombres del la Hermandad de Torquemada, estaban buscando a Supay, uno de ellos hizo señales silenciosas a sus otros dos compañeros, el mas cercano saco su Ballesta y apunto a la cabeza de Supay, los otros dos sacaron Dagas y se aproximaron a Supay, sigilosamente, sin hacer nada de ruido, en ese momento la rama de un árbol golpeo fuertemente una de las ventanas cerradas y la rompió, el ruido de los cristales rotos y el aire entrando a gran velocidad por la ventana despertaron a Supay, quien abrió sus ojos y se encontró de nuevo, mano a mano con sus verdugos, automáticamente el hombre la Ballestas disparo a la cabeza de Supay y los otros dos se abalanzaron sobre el Niño para empezar a atravesarlos con sus dagas, ambas marcadas de forma especial, marca que Supay alcazaba a ver cada vez que entraba y salían del cuerpo del niño.

Paki 23 - La verdad.

Supay tenía la oportunidad buscada, ahora solo tenía que explicarle de alguna manera todo lo que había sucedido, su búsqueda, su aventuras, su amor, pero la mas difícil lo que Supay era, eso era lo mas difícil de explicar, decirle que era un demonio, el hijo de Satán, ahora en el cuerpo de un niño, tomando posesión para poder acercarse a ella.

"Sé tu nombre por que no es la primera vez que te veo, por que ya estuve aquí, en este hospital y tú me atendiste" - Dijo Supay, "Necesito que me escuches hablar, que no sueltes mi mano, y que prestes atención a todo lo que deseo decirte".

La Ñusta estaba un poco asombrada, no recordaba haber visto a aquel niño en el hospital, pero sentía que éste le decía la verdad, además, debía averiguar el por qué ese niño sabía su nombre y por que la llamaba de esa forma, por qué gritaba su nombre tan fuerte, por qué no sentía el dolor cuando la llamaba.

"Solo quiero que sepa que por alguna extraña razón, usted ha marcado mi existencia, he tenido que vivir miles de peripecias tratando de encontrarla, he perdido todo lo que tengo, mi hogar, mi familia, mi destino, todo solo por buscarla, por tener esta oportunidad de decirle lo que siento, sin saber si usted podrá tomar esto de una manera seria o simplemente se burlará de lo que debo contarle".

"Mi búsqueda se remonta a meses atrás, cuando por cosas del destino usted se vio envuelta en una matanza, donde de manera milagrosa alguien la salvó" - La Ñusta soltó por un momento la mano del niño, esa parte de su historia la sabían muy pocas personas, solo su núcleo familiar y su mejor amiga, la Ñusta no comprendía como este niño aparecido de la nada pudiera tener el conocimiento de esos eventos, peor aún, estar con vida, hasta donde ella recordaba todos habían muerto, o al menos eso creía ella.

Supay le pidió que no se atemorizara y que tratara de no soltar su mano, que su mano le daba la seguridad para contarle el resto de cosas que necesitaba decirle. "Desde ese día mi padre me expulsó de mi hogar, me separó de mi familia y he tenido que vagar sin ayuda en búsqueda de usted, buscándola, añorándola cada día, buscándola noche tras noche, días enteros, he cruzado el océano, solo por verla a usted, solo por tener este momento, por tener su mano en la mía". La Ñusta estaba cada vez mas aterrorizaba sobre lo que aquel niño le contaba, no tenía ninguna explicación lógica para todo lo que decía el niño.

"No entiendo de que me hablas, no te conozco, no sé como me has visto, no comprendo lo que me dices, ¿Cuál matanza?, no sé de que me hablas, creo que la fiebre te está afectando" - dijo la Ñusta.

Supay apretó su mano lo mas duro que pudo, "Te garantizo que no será lo mas difícil de creer de todo lo que tengo que contarte" - dijo Supay.

Supay narró a su Ñusta de la manera mas creíble para ella todo lo que había tenido que vivir, pero no hallaba la forma de poder contarle que él era un demonio. ¿Cómo explicar algo tan grande? Tan aterrador.

El día fué transcurriendo y un accidente ocurrido en la calle solicitaba la presencia de la mayoría del personal del hospital, entre ellos la Ñusta, esta le pidió a Supay que lo esperara, que pronto volvería para que terminaran de hablar, que necesitaba saber el por qué Supay sabía tanto de ella.

Supay quedó de nuevo solo en su oscuridad, esperando y pensando que decir cuando la Ñusta llegara, debía hacerlo, sería la única manera de lograr acercarse a ella en un cuerpo desecho, diciéndole que ese cuerpo pertenecía a Supay, sabía que no podía estar toda la vida en el cuerpo de ese niño, que cada día que pasara el niño se recuperaría y eso haría que Supay no pudiera vivir dentro de él.

Debía decirle la verdad, debía tenerle confianza, así como ella confiara en él, de tal forma podrían verse, sin que ella se asustara o sintiera asco por la nueva personalidad de Supay, esta era la única manera, la decisión estaba tomada, pero como hacerlo, sabía que su tiempo en ese cuerpo estaba terminando, que lo que debía hacer, lo debía hacer rápido. Después de unas horas, la Ñusta entró de nuevo en la habitación de Supay, luego de atender a todos los demás pacientes, la Ñusta se acercó a la cama de Supay y empezaron de nuevo su charla sobre su origen y su desheredación, ahora Supay debía decirle la verdad de una manera que ésta lo creyera y no lo fueran a enviar a un centro para niños con problemas mentales. Supay empezó a hablar.

Paki 22 - La soledad.

Con su cuerpo dormido, su mente despierta jugándole malas pasadas, con toda la fuerza mental tratando de despertar cada uno de sus músculos, tratando de escuchar a su Ñusta, tratando de sentir la tibia caricia de la mano sobre su piel, Supay no sabe como permitió que el amor se metiera en su corazón, se está haciendo tarde para terminar de encontrarla, para evitar el ataque de sus cazadores, debe actuar pronto, ¿Pero cómo?. Está tan cerca, pero tan lejos.

Supay tendrá que esperar y ver cuando encuentre todas las razones para seguir luchando, quizás encontrará otra salida, encontrará otro día con todos los cambios en su vida, quizás lo haga bien la próxima vez, ahora que se ha quebrado, podrá bajar de la nube del amor donde ahora está viviendo, podrá algún día poner los pies en la tierra, mas nunca podrá extender de nuevo sus alas sobre el infierno. Supay ya no habla tan fuerte, ya no camina tan orgulloso, ya no más, su brillo se ha ido perdiendo.

En medio de su realidad inexistente, en ese estado de no dolor, sus miedos mas secretos afloran, el miedo a su muerte, el miedo a no volver a ver a su Ñusta, el dolor, las imágenes, su eternas pesadillas, sus imágenes volando en medio de sus ojos cerrados, de sus ojos ciegos, viendo lo que recuerda reflejado en su nuevo estado de oscuridad. Está aquí, solo, a la deriva, tiene tiempo para leer entre líneas cada uno de sus sueños, vé como se aproxima la tormenta y las olas son inmensas, parece que todo lo que ha conocido esta ahí, en sus sueños, en su dolor, ¿No podría simplemente irse y morir?.

Su mente lo lleva de la mano a pesadillas, a dolores que llenan mas su cuerpo de esta fría sensación de muerte, de esa soledad, de esa búsqueda que cada vez lo lleva mas al sufrimiento, se ve así mismo atado a su cama, de pies y manos, se ve desnudo, con frío, sin nadie que lo proteja, con sus alas abiertas, con su frente llena de sangre, sus manos abiertas con dos clavos en el centro, con dos grandes orificios, con ese maldito dolor en sus manos. Ve como lentamente su Ñusta se acerca, ve como acaricia su pecho, como lo besa, siente ese dulce calor de sus labios recorriendo su cuerpo, siente ese dulce placer en su cuerpo, ese dulce placer que nunca había sentido en carne propia, su mente olvida por un momento el dolor, se concentra solo en ese placer, en esos besos y en esas caricias de la mano izquierda de su Ñusta, era el éxtasis total, de repente, de nuevo el dolor, un nuevo dolor, veía como con la mano derecha la Ñusta, su Ñusta, clavaba un puñal en su costado, lentamente entraba en sus costillas, perforando su piel, tratando de llegar su corazón, tratando de penetrar su corazón de detener ese nuevo dolor, esa nueva marca, ese nuevo estigma que ahora también marcaba su corazón.

Supay despertó agitado, el efecto de los calmante ya había pasado, ya era de noche, su Ñusta ya se había marchado, tendría que espera al nuevo día, a una nueva oportunidad, todo está en silencio, solo se escuchaba el ruido de las máquinas a su alrededor, respiradores artificiales llenando los pulmones de alguien que está mas fuera de este mundo que cualquiera de nosotros, monitores de ritmo cardiaco mostrando que aún estas conectado a este mundo, una seca tos a la distancia de alguien que posiblemente muera esta noche, solo, en medio de esa cantidad de gente que vive por que la existencia a veces es mas rebelde que nuestros cuerpos, vivos como Supay, por que tal vez aún no has visto su día final.

Aunque la puñalada en el costado era solo un sueño, Supay aún despierto sentía el dolor como si éste existiera, dolor y mas dolor, ya era suficiente con el dolor de su nuevo cuerpo, ahora tenía que cargar con los dolores que su cuerpo creaban.

Solo tenía que tratar de dormir, esperar al nuevo día, y tratar de hacer mejor las cosas y esperar de nuevo a su Ñusta, sería una noche larga, una espera casi eterna, pero ahora está mas cerca que nunca, la noche fue una eternidad en las tinieblas, sin poder ver nada, sin distinguir nada a su alrededor, sin saber cuanto falta para el amanecer, cuanto falta para empezar ha actuar.

Supay tardó en conciliar el sueño, ya había dormido mucho por causa de los calmantes y volver a dormir era algo difícil. Solo había transcurrido unas horas de su sueño cuando sintió una mano tomando la suya, al mismo tiempo que sentía que alguien se sentaba al lado de su cama y acariciaba su frente.

Escuchó pacientemente, "¿Cómo sabes mi nombre?, ¿Por qué me estabas llamando ayer?. Su Ñusta le estaba hablando, tenía toda la atención de la mujer que amaba, ahora Supay.

Paki 21 - El olor del dolor.

Supay era un príncipe en el infierno, ahora era la burla del destino, un ser sin nada mas por qué vivir que la búsqueda de alguien, de ese ser que no conoce pero siente deseos no conocidos antes dentro de sí, esa Ñusta que sin querer le mostró lo que es el amor y lo que puede llegar a doler, lo que se puede llegar a sentir en cada intento de alcanzarlo, en cada intento de tratar de ser feliz en este nuevo lugar, en esta nueva vida, en este su nuevo infierno, su nueva Waka, ahora vivía en la cima de la miseria en la cima del dolor, en la cima de la tristeza, recordando su vida en el infierno, su bello paraíso de montañas calientes, de ríos de lava, de ángeles oscuros como él, recordando como él era el Némesis de las almas perdidas del Allpa Pacha, desde donde veía su rojo paraíso, el paraíso heredado por su padre, el mismísimo Satán, salpicado por el dolor de sus victimas, el sufrimiento eterno de los infieles, el dolor de una vida de placeres mundanos, por una eternidad de castigos.

¿Por qué murió todo lo que tenía?, por un amor, por una Ñusta, por el destino que fue marcado por aquellos ojos, por esa mirada, por esa cara, por ese rostro, por salvar su vida, por querer protegerla, por no saber lo que sentía, por no saber cual era el límite de su poder, por no saber hasta donde puede un ángel de la oscuridad llegar a amar, a querer. Él era el príncipe de se lugar, de su infierno, de su desterrado infierno, de su hogar, de su anhelado hogar. "Yo era el príncipe de ese lugar, tenía mis alas oscuras, y hoy estoy desnudo y ciego, soy la dulce burla de unos ojos y del destino", pensó Supay.

Alejado de su hogar, de su vida, tirado en el mundo como basura para reciclar, hablándose a sí mismo, ya no tiene a nadie cerca, solo consejos que recordar en su atormentada mente, tratando de armar una idea de lo que debe hacer, con sus recuerdos invadiendo su mente, con una ceguera real, igual a la ceguera de su mente que le impide ver la verdad, por que algunas veces nos duele abrir los ojos a la verdad, por que simplemente queremos crear una fantasía de lo irreal, por que a veces es mejor una mentira que te dé una alegría que una verdad que te haga sufrir. Supay ya no está en su casa, no hay nadie cerca de él, llegó a este mundo solo, solo, nadie le dijo cómo iba a ser su nueva vida, ahora tendrá que esperar.

El calor de la mañana le indicaba a Supay que era un nuevo día, así como el sonido de la gente que entraba a la sala llena de camas atendiendo a pacientes de escasos recursos, así como él, un pobre niño de la calle, sacado de su rutina por el destino de la vida, Supay escucha las voces a su alrededor, tratando de agudizar su oído y distinguir en medio de los ruidos de los aparatos, el chillar de las ruedas oxidadas de los aparatos viejos y descuidados de un hospital que cada vez necesita una intervención rápida para sacarlo de ese estado demacrado en el que se encuentra, ese estado donde cada vez se debe trabajar mas con las uñas para poder salvar la vida de alguien. Supay ahora presta atención a los detalles, olvidando su dolor, tratando de escuchar su voz, pensando llamarla apenas escuchara su dulce voz, pensando solo en eso, en escuchar su voz, que sería como una alarma que encendería el grito de la voz de Supay para llamarla por su nombre, por su dulce nombre, pues Supay ya sabía su nombre, ahora solo debe esperar, como una cazador en medio de la selva, solo que esta vez la presa es mas fuerte que el cazador.

Ya habían pasado varias horas, Supay no tenía éxito, su Ñusta no aparecía, su voz no llegaba a sus oídos, cada vez la tristeza se apoderaba mas de la mente de Supay, cada segundo que pasaba lo dedicaba a pensar como reaccionaría ella cuando él empezara a contar su historia, ¿Pero era la única forma de lograrlo?, ¿Debía ella saber la verdad?, ¿De que otra forma podría estar el junto a ella?. En medio de los pensamientos, del ruido de su mente, Supay escuchó su voz, trató de ubicarla, de saber de donde venía, la voz, trataba de inclinarse en su cama para orientar mejor sus oídos, cada vez escuchaba la voz mas y mas lejos, no lo pensó mas, empezó a gritar su nombre, como loco, como pidiendo ayuda, gritaba y gritaba su nombre, los pacientes de las otras camas lo volteaban a mirar, lo veían como si estuviera loco, Supay sintió como unas manos gruesas lo tomaron por los hombros y lo recostaron nuevamente en su cama, Supay guardó silencio por unos segundos pensando que era su Ñusta, "Cálmate" - Dijo la voz de la enfermera, pero no era la voz de su Ñusta, Supay gritó de nuevo el nombre de su Ñusta, gritaba y gritaba, mientras que la enfermera trataba de tranquilizarlo, los gritos de Supay cada vez eran mas fuertes, igualmente la gente empezaba a mirar aquella escena donde la enfermera ayudada ahora por 2 enfermeros trataban de controlar a ese pequeño niños que solo gritaba un nombre, el nombre de una princesa, el nombre de la Ñusta de Supay.

En medio del dolor, sin saber como ese niño podía tener tal fuerza, con una cantidad de huesos rotos que impedirían a cualquier persona tan siquiera sentarse, ahora luchaba por gritar, gritaba un solo nombre, gritaba fuerte, gritaba mientras era inyectado con calmantes que en pocos minutos lo tendrían en los brazos de Morfeo, sentía como ese liquido invadía su cuerpo, como mente perdía el control de su cuerpo, así como sentía que su dolor físico se perdía, mas no el de su alma, el dolor amor no tenía calmantes. Aún así seguía gritando, cada vez con menos fuerzas, con menos claridad, luego sintió como una mano acariciaba su rostro, "¿Por qué gritas mi nombre?", era la voz de su Ñusta, el corazón de Supay hizo un intento por latir mas rápido, mas no era posible, la cantidad de calmantes que tenía en su cuerpo le impedían ese placer, ese dolor, Supay trató de imaginar el rostro de su Ñusta, "Por fin te he encontrado" - Dijo el niño, con una voz dominada por los calmantes, con unos ojos perdidos en el infinito mundo de la oscuridad, donde el límite no existe, donde te esfuerzas por ver mas allá de ese muro de color negro sin lograrlo.

¿Cómo sabes mi nombre? - Preguntó la Ñusta, pero Supay no podía coordinar palabras, mucho menos una frase, los calmantes ya habían cumplido su cometido, ahora Supay se encontraba cerca de su Ñusta, de su meta, pero tan lejos al mismo tiempo, estaba dormido, siendo acariciado por su Ñusta, algo que Supay siempre había soñado, ahora que lo puede tener no lo puede disfrutar, de nuevo el destino le muestra a Supay que puede darle mucho, pero que también se lo puede quitar en cualquier instante, peor aún dejárselo cerca, mas no dejarlo disfrutar del placer de sentir lo que mas ha deseado, por lo que tantas veces ha luchado, por sentir de nuevo la piel de su Ñusta.

Paki 20 - Cielo rojo.

El día empieza a morir, lentamente el Sol se va ocultando detrás de las montañas, en esa línea al final del horizonte de verdes montañas, ahí donde el reflejo de la luz del sol se refleja en las nubes, manchándolas de rojo, como quitando su virginal color blanco, mostrando que el cielo también puede sangrar, en esa mezcla de algodón y sangre, como el universo nos regalara un inmenso algodón de azúcar color rojo, nubes moviéndose rápido, ocultando un paraíso inexistente en su superficie fría, no sólida, nubes rojas, un cielo rojo, frío, iluminado por el sol, dominado por el viento, ¿Dónde van?, ¿Es el destino?, ¿Es el azar?.
La ambulancia cruza la ciudad con son, grito de socorro recorriendo las calles, con una luz que no se pierde por la luz del sol que se niega a morir, esquivando conductores arrogantes que se niegan en dejar que ese vehículo de vida le gane la carrera a la muerte, rápido, en medio del tráfico, en medio de la multitud rostros solitarios, en medio de una urbe sin nombre, en medio de un edén perdido, en medio de la nada de nuestros sueños, en medio del silencio de su mente ahí va Supay, metido en el cuerpo de un niño, metido en la rota ingenuidad de la necesidad, metido en un cuerpo con una piel maltratada por los golpes que le ha dado la vida, golpeado mas por el desprecio y el desamor que por el mismo impacto del choque del bus que lo tiene en medio de la vida y la muerte, cada una tirando de un brazo, una con mas trabajo que otra, una que se ríe del destino, que se vanagloria de recorrer, otra con pocos brazos y escudos para los que tiene que cuidar, una con su traje negro y sonrisa oculta bajo su rostro de oscuridad eterna, otra vestida de blanco, como las nubes, pero con manchas rojas como el cielo en un atardecer de verano, manchas de sangre, manchas del ser que desea salvar, una con una mano apretando el cuello de lo racional para llevarlo a sus dominios, otra golpeando el pecho de un niño para hacer de nuevo palpitar su corazón, una cerrando los ojos de su nueva estadística, otra tratando de luchar mas rápido, de pensar deprisa, de no equivocarse, de hacer bien lo que aprendió, una con el diablo a sus espaldas ayudándole a tirar, otra luchando en contra de todo, hasta de los vivos para tener un poco de ayuda y poder dejar a ese niño con alma de demonio unos días mas en este infierno.
La llegada al hospital, todos tratando de mirar la nueva víctima del destino, el nuevo posible muerto, sin cara de lástima, sin oraciones, sin piedad, solo satisfaciendo su morbo, solo buscando alimentar su mente con imágenes de dolor, para pensar que otros pueden estar peor que tú, pensar que estamos bien por que otros están en peores situaciones. ¿Y tú que piensas Supay?. En medio de su inconsciencia, en medio de su trauma, Supay vé como su mente sin control nuevamente muestra imágenes al azar, imágenes que ha vivido, imágenes que ha soñado, imágenes que nunca vivió, soñó, imágenes sin sentido, sintiendo como un choque eléctrico invade su cuerpo, como siente que su corazón se detiene y trata de marchar de nuevo, como un motor fallando que es apagado para volver a encenderlo, sin saber en que momento el pequeño interruptor que conserva aún con vida a ese niño no volverá a funcionar. Siente como sus músculos se contraen con cada choque, con cada pase de ese maldito voltaje que trata de traerlo de nuevo a la vida, sintiendo como sus pulmones se llenan de ese aire artificial, que es mas oxígeno puro que el maldito aire contaminado que estamos acostumbrados a respirar, sintiendo como sus venas se llenan de la sangre que no es suya, de un donante que tal vez la cambió por un poco de comida, o por monedas para comprar un poco de licor, sintiendo esa fría sangre entrar en su cuerpo tan frío como el abrazo de la muerte, ahí en medio de un pasillo, recorriendo el camino al quirófano impulsado por un enfermero, mientras un médico da ordenes a su alrededor para no dejar ir a esta promesa de la delincuencia del futuro, al que tal vez en un futuro robe o asesine a sus hijos, en una camilla que ahora funciona como una ante sala del infierno, con agujas atravesando su cuerpo, llenándolo de fármacos, todos para volverlo a la vida, a este mundo real que puede llegar a ser mas triste y sombrío que tus pesadillas mas oscuras.
Esta vez el destino ha tirado los dados cargados a favor de Supay, un seis y un uno para sumar un siete, el número de la perfección humana, del máximo estado que podrá alcanzar un ser humano. Ahora está estable, con múltiples fracturas, pero vivo, en el mismo hospital donde ya murió una vez, en el mismo lugar donde vió a su Ñusta, ahora solo debe esperar a despertar, esperar para verla de nuevo, esperar para tratar de expresar lo que siente, de explicarle lo que pasa, la loca idea de lo que sucede, tratar de explicarle lo que sucedió aquel día que le salvó la vida y todo lo que él ha tenido que vivir para lograr llegar a verla, a simplemente expresarle su verdad.
Supay empieza a recuperar el sentido, lentamente trata de tomar el control de su nuevo cuerpo, siente como cada uno de sus nuevos huesos están golpeados, así como sus nervios envían una señal de dolor cada vez que intenta moverse, esto no importa, está cerca de su Ñusta, cerca para verla y poderla tocar, Supay abre sus ojos, para encontrarse con una nueva prueba en su destino. Supay está ciego.

Paki 19 – Una mancha negra en la oscuridad de tu piel.

Pierre seguía explicando a Supay como funcionaba la Hermandad, escuchaba pacientemente, al mismo tiempo que surgían nuevas preguntas.

“¿Si perteneces a esa Hermandad, por que me ayudas?” - Preguntó Supay.

“Por que descubrí la maldad que había dentro de la organización” - Contestó Pierre - “Que la lucha en nombre de Dios estaba manchando su prestigio y que la religión que me educó, ahora me mostraba su otra cara, la cara oscura, las intrigas, la burocracia y el castigo a inocentes, por eso, ahora te defiendo, por que no creo que esto sea digno de luchas entre humanos y demonios, para eso existe el poder divino y el será el encargado de juzgar cada uno de nuestros hechos en esta vida, por eso te ayudo, tal vez para ir comprando un poco mas de espacio en el cielo, o para tener una habitación no tan caliente en el infierno”.

¿Cómo puedo vencerles? - Supay temía que esta pregunta no tuviera respuesta, pero Pierre, miró a los oscuros ojos de Supay, solo te hacen daño si los tocas, pero son tan débiles como un humano normal, sus cuerpos no resisten los impactos, tú lo comprobaste, ese hombre que se estrelló contra la pared, murió como cualquiera hubiera muerto al recibir un golpe con esa fuerza, son hombres fuertes, pero también sangran, sus huesos también se rompen, su cabeza es el control de todo, debes evitar el contacto físico, cada golpe directo que les lances, se te volverá con la misma fuerza, debes pensar muy bien lo que haces y tus movimientos, lo ideal es evitarlo, pues siempre están en grupos, unos funcionan como carnada, una supuesta presa para tí, pero en realidad el depredador está escondido, esperando para el ataque.

Supay sabía que ahora era buscado, nuevos problemas, ¿Cómo podría llegar a su Ñusta de nuevo?, Ahora también debía cuidar su espalda, buscar mucho más rápido un cuerpo que poseer, entre menos estuviera en su forma de demonio, menos riesgo correría, sus atacantes saben que él puede tomar cuerpo de mortales, pero siempre se veía a los demonios en gente muy perfecta, ahora Supay por su castigo solo podía utilizar a la escoria humana como su cuerpo de transporte, entonces, no sería fácil que reconocieran su alma de demonio en un cuerpo de alguien completamente castigado por la vida y el destino.

Debía tomar pronto un cuerpo y volver rápido al hospital, era la hora de buscar respuestas, de ver a la Ñusta, ya llevaba varios días sin verla y esto lo perturbaba, escuchó mas consejos de Pierre y luego sin que sus heridas aún se hubieran curado por completo emprendió el vuelo.

Volaba más rápido que nunca, trataba de evitar que lo pudieran rastrear fácilmente, se mantenía mucho mas lejos del hospital donde fue el primer ataque, debía buscar una escoria humana lo más saludable posible para llegar pronto al hospital, pero ese era el gran dilema, algo que poder invadir y que al mismo tiempo pudiera estar cerca de la Ñusta sin que ésta se asustara, no pacientes terminales, no drogadictos que la hicieran correr.

Vio a un niño en la acera de una calle, esperando para cruzarla, era un cuerpo sano, no disponible para Supay, pero Supay podía ver en él la maldad, tenía sus manos apretadas, como listo para dar un golpe, su rostro no sonreía; se burlaba del mundo, como el mundo lo había hecho con él, esperando la oportunidad para actuar, su cuerpo era algo delgado, tal vez por el hambre de las calles, tal vez por el frío de las noches solitarias, su maldad, como todos, era de elección, de escoger ser hijo de Caín o Abel, del lado que traiciona, del lado que ha recibido tantas traiciones en tan corto tiempo que termina olvidando el sentido de la vida, el sentido del amor, un hombre en un cuerpo de niño, con una infancia perdida, durmiendo en un hotel de mil estrellas, durmiendo en la calle, en el colchón frío de cualquier esquina, con sus gruesas cobijas de periódico, buscando donde golpear, donde robar, sin importar la vida, sin importar el que hacer, solo sobrevivir.

Ese es el cuerpo que necesita Supay, pero no está dentro de lo permitido, no posee las características de los cuerpos que puede poseer, pero es el cuerpo que podría acercarse a su Ñusta sin ningún problema.

Sin saberlo el niño se tira de frente contra un autobús, golpeando todo su cuerpo, quedando inconsciente, la gente a su alrededor lo mira, sangrando, con sus pequeñas sucias y callosas manos abiertas hacia el cielo como en señal de oración, sus ojos cerrados, su boca abierta con una pequeña lágrima de sangre haciendo una línea delgada hacia sus oídos, su cuerpo como el de una marioneta del destino tirada en el piso, como el juguete de Dios tirado en el piso, como cuando un niño se cansa de su viejo juguete y busca uno nuevo para divertirse, sus piernas y brazos con huesos rotos, inconsciente, sin saber que pasó, por qué estaba ahora ahí, tirado, viendo su cuerpo desde afuera, su cuerpo que ya no tiene su alma, su cuerpo, invadido ahora por otro ser.

Supay siente un dolor inmenso, no por el choque con el autobús, si no por ese leve instante en que tomó un cuerpo perfecto, en ese breve instante que con todas sus fuerzas logró hacer que el niño saltara hacia el autobús, en ese breve momento que pasó de ser un cuerpo perfecto, a un despojo humano digno de Supay, ahora el destino debe hacer el resto.

La ambulancia llega pronto, en medio de la gente, que no trata de ayudar, sólo de dejarlo morir, al fin y al cabo, un problema menos para la sociedad, un hombre menos del que nos tenemos que cuidar en el futuro. Los paramédicos realizan su función, lo estabilizan y lo llevan pronto al hospital, Supay esta inconsciente, por que su nuevo cuerpo lo está, solo debe esperar el despertar, solo esperar y tener suerte de que su Ñusta este junto a él. Azar, destino, tantas malas pasadas le ha jugado a Supay, ¿Por qué ahora debería ayudarle?.

Paki 18 – Hermandad Torquemada.

El camino hacia el infinito recorrido de lo desconocido de la muerte encuentra una barrera, algo que hace que Supay pierda lo único que realmente ha sentido sin dolor desde que salió expulsado del infierno, su coma, su dulce coma, su estado apacible de no sentir ha terminado, despierta y ve un viejo hombre, ya no está donde había perdido el sentido, está en otra habitación, no sabe cuantos días a permanecido ahí, está débil, trata de ponerse de pie, pero no lo logra, escucha como el viejo hombre le dice: “No te levantes, aún estas débil, tus heridas están sanando, pero has perdido mucha sangre”.

Supay volvió a perder el sentido, tras el paso de unos días mas, despierta y ve como el anciano sigue a su lado, “Quien eres tú” - pregunta Supay.

“Pierre Valdo” - Respondió, “te he encontrado en el cuarto de al lado, aún un demonio como tú es un plato apetecido para las ratas, un poco mas de tiempo y solo hubiera encontrado tus alas. Eres hijo directo de Satán, solo ellos pueden llevar alas metálicas como las tuyas, un poco mas y la Hermandad Torquemada cumple su cometido”

Supay se sentó al lado de la cama, se sentía menos débil, sentía que podía defenderse solo, quería irse pronto de ahí, tenía dudas, pero su nuevo benefactor sabía demasiado de él, sabía hasta quien lo había atacado, cosa que ni siquiera él sabía hasta ese momento. Pierre percibió que el demonio al cual había ayudado durante cinco días se quería ir, “No sé cual es tu nombre, pero creo que hay dudas que yo puedo aclarar, cosas que tal vez te salven la vida ahí afuera” - Dijo Pierre.

Supay detuvo su marcha, habla rápido o no solamente curaras mis heridas si no que calmaras mi hambre. Pierre soltó una fuerte carcajada, “Amigo, no creo que puedas hacerme daño” - Dijo Pierre, abrió su camisa y mostró en su Pecho la misma marca que tenía el monje que Supay había matado.

Supay estaba confundido, a una distancia prudente le dijo, habla pronto, si es que quieres hacerlo, si no, déjame ir, Supay sabía que ese hombre pudo haberlo matado durante todo el tiempo que estuvo inconsciente, eso lo tranquilizaba, pero temía que pudieran llegar otros miembros de la Hermandad que no pensaran lo mismo.

Pierre sonrió de nuevo, “No te preocupes, descansa y te contaré la historia”

Hace muchos siglos, desde que la iglesia existe como tal, desde que Constantino I El Grande la tomó como su religión y se extendió por toda Europa, se creó un ejercito de fieles, una rama de la iglesia que era la encargada del la defensa de los hombres sobre todo lo no terrenal, demonios, brujas, troll`s, etc, todas aquellas cosas que la gente creía seres de fantasía, pero que la iglesia sabía que existía, este movimiento no era un ejercito cualquiera, estaba conformado por monjes que habían realizado un pacto de pobreza y purificación y con una marcada lucha hacia todo lo oculto, fue de ahí donde salió la “Sagrada Inquisición”, famosa por su casería de brujas, pero los casos de caserías de demonios eran manejados por las altas esferas de dicho ejercito, esa comunidad fue llamada la Hermandad Torquemada, el brazo más visible de la lucha contra todo lo oculto y sobrenatural, son siete órdenes de Caballeros, la sangre de la vida de la iglesia, previenen el derrumbamiento y mantienen el orden que desaparecería sin ellos. La idea era establecer una organización que podría utilizar bien la proeza militar de un grupo de Caballeros, proteger a los hombres de poderes sobre naturales, además de extender la palabra del TODO PODEROSO, siendo ejemplo de humildad, obediencia y sirvientes destacados de Dios. Aunque quedan como una de las fuerzas más importantes en el Vaticano, los templos no eran libres de la corrupción que se plagó por el resto del mundo, por ejemplo, el templo occidental abandonó su diplomacia, su honradez y sus deberes. Pronto la corrupción se apoderó de ellos y sus principios cambiaron de los originales, aunque aún su lucha es en contra de las fuerza ocultas, también promueven guerras en contra de las otras religiones, como la musulmanas, haciendo pasar atentados de estos pueblos contra el de Israel y así este pueblo ataca supuestamente en defensa propia o en retaliación a los ataques que realmente fueron hechos por la Hermandad.

Los Templos empiezan a buscar Caballeros cuando se manifiesta su naturaleza alrededor de la pubertad, una vez que se descubre un Caballero, empieza la formación activa, al entrar a un templo (normalmente a alrededor de la edad de 21) el Caballero sufre un período de entrenamiento intensivo, cuya longitud varía dependiendo del templo y de sus capacidades. En la realización del entrenamiento, se enclaustran entonces por un período de tiempo cuando estudian teología y filosofía. Después de que salen, gastan un período como Escuderos de Caballeros más experimentados de su propio templo. Los templos tienen una organización algo militar. La línea más baja consta de Escuderos no-Caballeros y empleados de apoyo, seguidos por Escuderos de los Caballeros y Caballeros completos. Sobre esto, aunque no hay ninguna línea establecida, la edad y superioridad basándose en sus méritos genera al líder.

El Caballero de la Hermandad lleva un sable, el uniforme normal consta de un traje ajustado negro con muchos bolsillos, lleva debajo una túnica suelta cinchada a la cintura por un cinturón lleno de armamento y herramientas útiles para su trabajo. Insignias e indicaciones de dignidad, pero lo que mejor portan es el báculo tatuado en su pecho, es el Báculo de Zoroastro, es un escudo protector, hecho con sangre santa, capaz de repeler cualquier toque directo de una fuerza oscura, demonio, bruja, lo que sea, por eso no me puedes hacer daño con tus manos, el resultado sería un golpe casi comparable con un rayo.

A otros Caballeros de la Hermandad se les daba armadura, pero esto en los nuevos tiempos ha cambiado mucho, aunque hay a menudo trajes de armadura que se han pasado de generación a generación dentro de una familia.

Paki 17 – El dolor.

Volando, Supay sigue con una lanza aún metida en su pierna, con la soga en su mano para evitar que se enrede en otro lado, sus heridas son profundas y ha sangrado muchísimo, necesita descansar, pero en donde, pensaba que ese edificio era seguro, pero descubrió que no, pensó en la primera iglesia donde llegó, pero recordó que el cazador que había muerto, pertenecía a la iglesia, ahora estos sitios tampoco eran seguros, no sabía donde llegar, pero sabía que debía hacerlo pronto, no resistiría volar por mas tiempo.

Pensaba y pensaba, necesitaba un lugar solitario, un lugar donde pudiera descansar, que sus heridas cicatrizaran, recuperar la fuerza de su cuerpo, pensaba en su Ñusta, volver a verla se hacía cada vez mas lejano, pensaba en los hombres que lo habían atacado y el extraño símbolo que llevaban en el pecho tatuado, ¿por qué no lo había podido atacar aún después de muerto?.

Supay perdía el sentido, sus fuerzas cada vez eran menores, no soportaba mas, ya daba igual descansar en cualquier lado, sino lo hacía pronto de todas maneras moriría, lo más cercano, podría ser su fin o el sitio que buscaba, era un edificio “abandonado”, lleno de ratas, buscó el sitio mas solo y oscuro, donde pudiera custodiar las entradas a la habitación, una vez dentro tomó un mueble, parecía una mesa, se sentó sobre ella, dobló lo mas que pudo su pierna y empieza a tirar del arpón, sentía como le desgarraba los músculos, lo hacía con todas sus fuerzas, pero el avance era lento, cada vez le costaba mas trabajo mantenerse conciente, veía como las ratas exploraban el lugar, olían su sangre, su piel dañada, con sus últimas fuerzas Supay logró sacar el arpón, se veía como la herida abierta parecía un riachuelo de sangre, Supay buscó a su alrededor algo con que detener la hemorragia, hizo torniquetes en sus piernas y en su brazo, al terminar, Supay perdió el sentido.

Sin sentido, casi en coma, “no creo que quiera volver a este mundo otra vez, me gusta estar así, nadie me va a hacer daño, nada importa, no siento dolor, no siento sufrimiento, no siento amargura” - Pensaba Supay en medio de sus delirios mentales, sin conocimiento de lo que pasaba a su alrededor.

¿Volver a este mundo?, ¿Otra vez?, ahora Supay sentía como si estuviera que flotando, no sentía presión, pero algo de afuera lo llamaba, lo instaba a salir de ese coma, de ese estado de inconciencia, ¿Su cuerpo lo estaba llamando?, ¿O de nuevo eran sus sentimientos?. Profundamente suspendido en un océano oscuro, no tiene la luz al final del túnel, en su mente tiene sus huesos formando una cruz, ¿Último destino?, Podría morir tan fácilmente mientras sus recuerdos lo llaman de regreso, todo está en sus manos, cuando todo lo que necesitaba es claridad, poder pensar mejor, poder espantar los demonios, mejor dicho, los Ángeles de su mente, poder sacar esa Ñusta de su mente, pero ahora está sumergido mas profundamente en su inconciencia, en el licor de eterno de una mente desconectada, en el punto final entre la vida y la muerte, ahí donde la sangre solo alcanza para delirar, para no distinguir la fantasía de lo real, donde tu mente muere por etapas, cada neurona ahogándose por la falta de oxígeno, como desconectando lentamente las luces de una gran ciudad tras un apagón, ¿Cuánto podrá aguantar?, este su nuevo mundo, esta siendo creado por su mente y tal vez Supay no quería salir de ahí para no volver a su triste y dolorosa realidad, a un mundo mas triste y peligroso que el infierno.

En su mente trataba de entender todo, si es que la loca fantasía de un rostro en blanco y negro le permitía escalar los escombros de sus sueños retorcidos por el dolor, ahora sus gritos están sofocados, callados en medio de su mente, pero corren a través de su cabeza como el relámpago que ilumina tu cielo pero no hace escuchar su trueno por estar lejos, pero sabes que esta ahí, después de la luz, de la hermosa luz, en esa energía que corta el aire y lo transforma en la chispa mortal de sus ojos, de la mirada de la Ñusta, sus caminos se cruzan, pero, ¿Dónde está?

Ya nada le molesta, ya nadie va a confundir su mente, no mas peleas, no mas luchas, no mas sufrir, “es tan agradable estar aquí”, - Supay está muriendo, pensaba que sería bueno poder mostrar eso, poder mostrar como su dolor terminaba, todo ahí, sin ganas de luchar, todo es tan pacífico, no como el mundo al que fue desterrado, realmente nunca quiso vivir en él, solo fue expulsado, solo quería encontrar a su Ñusta, solo eso, nada mas.

La gente vive su vida, algunos mas en coma que el mismo Supay, sin importar nada, solo dejándose morir, dejando pasar día a día, todo igual, sin importar nada, tal vez estemos mas muertos que Supay, tal vez merecemos vivir menos que él, al menos él tiene una búsqueda, tal vez errada, tal vez no, pero tiene algo por qué luchar, algo que le hace daño, algo que lo expulsó de su casa, del infierno, pero, es ese el motivo que lo tiene aún con vida, conectado al mundo de los vivos donde muchos ya están muertos en vida, donde muchos son mas oscuros que el mismo infierno, donde Supay es simplemente una mancha oscura en el Yim de este mundo.

Supay solo pensaba que el mundo sería mejor sin él y él sería mejor sin el mundo, sin saber que le esperaba detrás de ese pequeño hilo de vida, al finalizar de consumir toda la ruta de su camino eterno de segundos de vida por terminar, es difícil creer, pero aún existen razones por quedarse. Tiene en su mente un boleto de ida, también la última oportunidad de volver, todas estas torpes y tontas ideas del volver, volver, volver a sentir el frío, la falta de consuelo, sentirse tan débil y viejo, Supay no necesita un doctor, nadie puede curar su alma.

Tiene la vida en una línea, la línea de la muerte, ese camino recto y en picada, con pocos pedazos de donde aferrarse para volver a la vida, Supay sabe que ya no tiene casa, ya no tiene hogar y su idea de familia se ha terminado sin tal vez nunca haber existido, sin conocer a sus hermanos, sintiéndose solo, sin conocer a su madre, educado solo por su padre de la manera mas estricta, tal vez, por eso, uno de los mas malos, tal vez, por eso, la mayor desilusión de su padre. No fue la culpa de nadie, sólo la suya, nunca fue advertido, pero sabía para que había sido creado, no precisamente para amar, menos para salvar vidas y buscar perdidamente la mirada de una Ñusta que cambió su vida y ahora que tenia señales que le hacían comprender su vida, llega mas peligro a su existencia, peligro que tal vez termine con su vida, con su dolor y con su sufrimiento, pero también dejando la pregunta ¿Qué hubiera pasado si?.

Si Supay hubiera visto venir todos los problemas que tendría por salvar a la Ñusta, tal vez no la hubiera salvado, pero su corazón sentía de manera distinta, su corazón lo hubiera hecho una y otra vez. Cada imagen, cada sutil detalle manchado por la sangre, cada recuerdo de ella, cada instante del dolor, cada paso tras de ella, cada mirada a escondidas, cada secreto guardado, cada oportunidad de tocarla, cada instante, ahora son solo pedazos de vida que pasan por la mente de Supay, unos mas lentos que otros, unos mas lindos, otros mas dolorosos, otros incomprensibles, otros simplemente existen por que la mente de Supay los crea, mas solo existen ahí, en una mente creado un futuro que no será, que no llegará, que solo se recreará en el simulador de su mente, ese simulador que puede recrear nuestros deseos mas profundos, mas oscuros, donde nuestros miedos se convierten en pedacitos de pétalos de rosas rojas, donde todo encaja a perfección, por que lo único que manipulas en ese sueño de lo irreal, la felicidad inalcanzable, la forma fácil de vivir la existencia de un coma de sueños rosas en medio del fango de la vida real. Está fácil estar hambriento cuando no tienes nada que perder, pero Supay aún está esperando cruzar la línea, mirando las repeticiones de su vida, esperando solo el punto de no retorno.

Paki 16 – Los cazadores

Supay volvió de nuevo al hospital donde trabajaba la Ñusta, había volado nuevamente dos días, y ya tenía algo de hambre y cansancio. Esperaba ahí, en la azotea del edificio, mirando al infinito, sintiendo el viento en su cuerpo, en su cara, sintiendo como el viento movía sus pesadas alas, sentía esa fuerza que hacía cerrar sus ojos, pero que a la vez lo acariciaba como la mano de una madre cuidando de su bebé, como la madre que nunca tuvo Supay, como las caricias que nunca sintió de su padre.

Miraba hacia abajo, hacia el vacío, tenía tantas dudas, tanto dolor, y aunque no lo quería confesar, internamente sentía mucho miedo, miedo como nunca lo había sentido, por su cabeza pasaba ideas extremas, pensaba en saltar al infinito, pero sabía que con su cuerpo de demonio solo tendría rasgaduras y daños menores, sus alas soportarían todo el impacto, pensó tomar cualquier cuerpo humano y saltar, de esta manera podría terminar con su existencia mas rápido, todo era cuestión de encontrar un cuerpo, un despojo humano y en ese hospital sobraban los candidatos.

Miraba al infinito, con su corazón latiendo cada vez mas lento, con menos ánimos, con ganas de descansar, con el dolor en sus manos, con tantas imágenes pasando por su mente, con tantas decisiones por tomar, sin saber que era lo mejor que podía hacer. De un momento a otro Supay escuchó que algo cortaba el viento rápidamente, luego sintió que algo atravesaba sus piernas de atrás hacia adelante y un golpe seco en sus alas de un disparo errado que no pudo atravesar el metal, Supay giró instintivamente su cuerpo para ver a su atacante, eran tres personas, con ballestas, armas muy viejas para estos tiempos, pero efectivas en su función, fueron disparadas tres lanzas, dos cumplieron con su objetivo, las flechas habían ingresado en las piernas de Supay, rompiendo su tejido, su músculo y una de ellas logró fracturar sus huesos, Supay trataba de mantener el equilibrio, pero estaba muy débil, era cierto lo que le habían dicho sus hermanos, "con cada transformación serás mas débil", Sus atacantes tiraban de los extremos de las flechas atados por cuerdas, Supay sentía como en sus piernas se desgarraba el tejido, como la punta de esas flechas se convertía en un ancla que arrastraba su cuerpo hacia esas personas, hacia sus cazadores, el que había errado su primer disparo preparaba su Ballesta para un disparo mas, Supay estaba siendo arrastrado por el piso, con sus manos tratando de sacar una de las lanzas, tratando de cortar la gruesa soga que lo unía a sus cazadores, el tercer cazador ya tenía en la mira el rostro de Supay, disparo, Supay escuchó de nuevo como se cortaba el viento, miró rápidamente como la lanza se acercaba hacia a él, rápidamente extendió su brazo que fue atravesado al instante por la velocidad de la lanza, Supay pudo ver como la punta queda cerca de su cara, pero no dio en el blanco final.

Con todas sus fuerzas Supay saltó lo mas fuerte que pudo y empezó a volar, sintiendo el tiro de las lanzas en sus piernas y en su brazo, viendo como sus cazadores en ese momento se convertían en un lastre doloroso que desgarraba sus músculos de adentro hacia afuera, los cazadores buscaban en la azotea algo con que amarrar las sogas al edificio, sabían que no podían resistir mucho tiempo tirando de las cuerdas, Supay tomó la lanza que le atravesó el brazo y como pudo orientó la punta hacia la cuerda de una de sus piernas, y empezó a cortarla lo mas rápido que podía, uno de los cazadores ya había asegurado su soga en el edificio, y se disponía a disparar de nuevo, Supay lo veía al mismo tiempo que trataba de concentrase en cortar la soga, un disparo mas, al mismo tiempo que Supay terminaba de cortar la soga, la lanza pasa a centímetros del cuello de Supay, dejando un leve rasguño, una marca mas para su agrietada piel, una soga menos, pero sentía como las otras dos, una en su pierna y otra en su brazo rasgaban como un equipo de cuchillas el interior de sus cuerpo, sabía que faltaría poco para que ellos intentaran otro disparo, una de las sogas estaba atada al edificio, mientras que la otra era controlada por uno de los cazadores, los otros dos sin preocuparse de las sogas, preparaban sus armas para un nuevo disparo, era como una ballena siendo cazada por un equipo de noruegos, solo lanzas y arpones por todos lados.

Supay debía tomar una decisión rápida, cada segundo se debilitaba mas y sus cazadores conservaban la misma fuerza, movió sus alas con todas sus fuerzas, al mismo tiempo, tiraba de la lanza de su brazo intentando sacarla, sabiendo que esto destruiría sus tejidos al terminar de sacarla, pensó rápido, elevó su cuerpo lo mas rápido que pudo y luego en una picada mortal dejo caer su cuerpo hacia el vacío, el tirón arrancó la lanza de su brazo, rompiendo todos sus tejidos, dejando al descubierto sus huesos, y una hemorragia inmensa, la segunda lanza seguía aún encajada en su pierna, al otro extremo un cazador seguía tirando de ella, los otros dos miraban al vacío y le apuntaban, Supay giró su cuerpo y empezó a volar de nuevo hacia el cielo, sentía como su cazador tiraba de la soga, y como otras lanzas cortaban el viento cerca de él, otras golpeaban secamente contra sus alas, solo dejando marcas como rayones de una moneda sobre la pintura de un auto, voló con todas sus fuerzas, viendo como el cazador estaba colgado de la soga, suspendido en el aire, tenía que hacer algo, ese peso hacía que su pierna le doliera mas y mas, Supay se movió rápidamente hacia otro edificio voló rápidamente y estrelló el cuerpo del cazador contra la pared, el cazador murió instantáneamente por el impacto, pero aún seguía colgado de la soga, el mal nacido había atado su cuerpo a la soga, ahora era un lastre muerto atado al cuerpo de Supay, Supay descendió sobre la terraza del nuevo edificio, lejos de los ojos de los otros dos cazadores, como pudo subió el cuerpo del cazador muerto con una sola de sus manos, pues la otra estaba demasiado herida, desató el nudo de la soga, deseaba destruir el cuerpo del cazador, consumirlo de ser posible, tenía mucha rabia, pero también estaba débil, por las heridas y por el hambre, no lo pensó mas, con su furia rompió las prendas del traje y vio como su cazador llevaba debajo las prendas de un sacerdote, un crucifijo y una extraña marca tatuada en su piel, esto no le importó, su dolor era intenso, su hambre mayor, con su mano sana lanzó un puño con sus dedos abierto, tratando de perforar su pecho, de inmediato Supay sintió como un choque repelía su impacto en aquel cuerpo y salía volando a estrellarse contra una pared.

Supay no comprendía, pero por algún motivo, ese cuerpo no podía ser atravesado por sus garras, parecía como si tuviera un escudo o algo que lo protegiera, no tuvo mucho tiempo para pensar cuando vio que los otros dos cazadores se acercaban lentamente en un helicóptero, Supay se levantó débilmente y empezó a volar lo mas rápido que le permitía su cansancio para ocultarse de sus victimarios, ahora Supay tenía nuevos enemigos de que ocultarse.

Paki 15 - Las respuestas.

Pisano empezó a hablar, dando las respuestas que Supay le pedía y aunque ya oscurecía un poco y la noche se apoderaba de la luz de la sala, Pisano no se quitaba sus lentes oscuros en ningún momento:

“No tengo todas las respuestas, sólo tu padre y Dios las tienen, pero a mí no se me está permitido saber tanto, solo puedo darte respuesta a lo que sé. Lo que sientes en tus manos solo lo podrás descubrir tú, esa respuesta no puedo dártela, se que no te gustaría lo que yo puedo decirte sobre eso, lo mas probable es que te marches sin escuchar el resto de mis respuestas, ese dolor es algo que algún día sentí y que hoy día en algunas noches aún me molesta, pero tú deberás aprender por qué es generado”.

“Lo que estás sintiendo se llama amor, por eso fuiste expulsado del paraíso, no por haber perdonado la vida de esa mujer, hasta tu padre a perdonado, fuiste expulsado por que en el infierno no hay permiso para tener ese tipo de sentimientos, es como si en el cielo te permitieran matar, para eso fue diseñado este mundo, para ese tipo de necesidades, un sitio donde los demonios pueden amar y los Ángeles pueden pecar.”

“Tienes dos opciones, dejar de buscarla y vivir eternamente con ese dolor y ese sentimiento o enseñarle tu corazón, tus sentimientos y esperar que ella te acepte, podrás experimentar muchas mas cosas después de eso, pero solo podrás saberlo arriesgándote, en tus manos está tu destino, no en las manos de tu padre”.

“Es que consigues estar mejor o te sentirás igual el resto de tu existencia, lo fácil que resulte depende de tí, de tu voluntad, la voluntad las haces fácil tú, pero no busques a alguien a quien culpar, es solo tu destino y tú eres dueño de cada instante, de cada segundo, de cada paso, de cada lágrima, de cada sonrisa, solo tú. Un amor, una vida, esto cada noche será una necesidad, un amor, puedes conseguir compartir tu amor con esa mujer, pero eso no garantiza que sean iguales y que ese amor dure para siempre, podrás cuidar de ella, pero eso no garantizará que esté a tu lado, ¿Te decepcionará?, o, ¿Te dejará un mal sabor en la boca?, actúas así por que nunca has amado y esto para ti es nuevo, será difícil, pero debes experimentarlo y saber si vale la pena”.

“Es demasiado tarde para recordar el pasado, no lo traigas hacia fuera, a la luz, nosotros somos uno, pero no somos iguales, solo tú podrás probar si valía la pena o no hacerlo, uno, solo uno, ¿Pedirás perdón?, ¿Vendrás a educar a tus muertos?, ¿Jugaras a ser Jesús con las espinas en la cabeza?, Pides demasiado, más que muchos en tu paraíso, en tu infierno, realmente tú no has dado nada aún, trata de conseguirlo todo”.

“El amor es un templo, me enamoré una vez, fue algo muy grande, algo que no debía amar, pero me dejé llevar por ese sentimiento, el amor es un templo, Amé como no imaginas, como tú no has amado, pero ese amor me hizo arrastrarme y no lo pude mantener encendido, lo que conseguí, todo lo que conseguí me está lastimando aún, un amor, una sangre, una vida, tú debes tratar de conseguirlo, una vida, pero nosotros no somos iguales.”

Supay hizo muchas mas preguntas a su nuevo Sen Sei, todas fueron respondidas por él, hablaron del cielo, del infierno, de todo, hablaron mucho mas del amor, de las mujeres, de todo en poco tiempo, Supay sabía que debía preguntar lo mas que pudiese, pero también sabía que debía tomar un decisión rápida y si ésta era ir de nuevo con su Ñusta, debía hacerlo rápido.

Luego de disfrutar una cena fantástica con muchos manjares que Supay solo había podido probar en su Waka, Supay se despidió de su nuevo amigo, emprendió el vuelo en búsqueda de sus decisiones.

Pisano Phosphorus miró como Supay se alejaba, lentamente quitó sus gafas y sus ojos rojo sangre brillaban en medio de aquella oscuridad, aunque Supay ya no se veía en el cielo, Pisano parecía que aún lo podía seguir con sus rojos ojos, su rostro era firme, no expresaba nada, solo pensó en voz alta “Te deseo mucha suerte hijo mío, espero que tu suerte en el amor sea mas grande que la mía y que algún día comprendas por qué te expulsé de tu casa, por qué dejé en manos de tu destino tu vida, solo espero que Dios no se meta en tu camino y te permita ser feliz aunque no sea como te he educado toda la vida”, al terminar de hablar, cada uno de sus perros, se fue convirtiendo en demonios, unos mas oscuros que otros, “Padre, ¿Por qué no nos permitiste escuchar lo que le decías a nuestro hermano?” - Le reprochó Ganímedes, “Entre menos sepas de los que siente tu hermano mas feliz serás, te lo garantizo”.

Todos los demonios incluyendo Pisano Phosphorus miraban el infinito cielo lleno de estrellas, como mirando el lugar que su padre había preferido abandonar desde el principio de los tiempos, suavemente se escuchó como un susurro a través del tiempo, “Prefiero mandar en el infierno que servir en el cielo”, recordó en voz alta Pisano Phosphorus, “parece que fue ayer cuando cambié mis alas de carne por estas de metal”, su cuerpo cambió, una figura mucho mas grande y oscura que Supay surgió de aquel cuerpo, todos regresaron de nuevo al infierno, un poco retardado Ganímedes miraba de vez en cuando hacia atrás, esperando poder ver a su hermano, con el deseo de poder ayudar, pero sabía que aunque fuera el mayor de esa camada de demonios, era aún pequeño para volar solo en el Allpa pacha, aún así a los mas grandes demonios hijos de Pisano Phosphorus se les está prohibido acercarse a Supay, con el castigo de ser expulsado del infierno, así como lo fue Supay, si Makacha y Wakke habían ayudado a Supay, fue por orden explicita de Pisano Phosphorus, Satán en persona.

Paki 14 - Pisano Phosphorus.

Supay siguió a su anfitrión a una amplia sala, el piso era de mármol color negro con pequeñas grietas blancas, todo muy bien cuidado, reluciente, ventanas del tamaño de paredes, la luz del sol entraba sin problemas, Supay notó como los perros seguían a Pisano, no lo dejaban un solo momento, “No te preocupes” - Dijo Pisano, “son mis hijos menores”, y señalando a cada uno fue dando su nombre, “Io, Calisto, Ganímedes, Oberon, Titania, Umbriel, Ariel, Fobos, Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea, Caronte y Miranda, la mas pequeña de todos, siempre están a mi lado, mientras aprenden a defenderse solos”.

“Siéntate, ¿dime que quieres saber?” - Dijo Pisano.

Supay guardó unos segundos de silencio, tratando de adaptarse al ambiente del decorado, acomodó sus alas de una manera fácil, pareciera que su silla estaba diseñada para este tipo de seres, pues el espaldar era delgado, justo el espacio que existía entre las alas de Supay, luego de sentirse cómodo, Supay empezó a hablar.

“¿Qué es lo que siento en mis manos?, ¿Por qué no puedo dormir tranquilamente?, ¿Qué es lo que estoy sintiendo?, ya no tengo corazón, tengo algo que bombea mi sangre, algo físico ahí metido, pero la esencia que hace mover ese motor ya se acabó, ya no tiene ritmo, en las noches no me deja dormir con sus golpes contra mi pecho en cada latido, como recordándomela, recordándome la Ñusta ¿Quién es ella?. Dormir, eso se convirtió en un placer, maldito sueño que se va, si no es mi corazón que no me deja alcanzar el sueño, son los recuerdos vagos de mi pasado, que en medio de mis sueños pone un recuerdo, una voz en mi mente dormida, una imagen en mis ojos cerrados, una palabra en mi boca entre abierta, maldita sea, y cuando me quedo dormido llega ella, que ya ni en mis sueños me deja descansar, sin distinguir ese instante entre el atardecer y el amanecer, sin saber si es un lunes o un domingo.”

“¿Por qué cuando ella no está busco su rostro, su mirada, su cuerpo?, Como un niño perdido en un centro comercial lleno de gente, como un niño tomando la mano de alguien que me ayude a buscarle, no encuentro su rostro, no encuentro nada, como un niño de la calle, mendigando un abrazo en lugar de una moneda, mendigando una caricia sobre mis alas, en lugar de un trozo de pan, siento esa maldita necesidad de demostrar que soy fuerte, que no necesito de nadie, cuando en realidad necesito urgentemente de ella”.

“Con mis brazos aferrados a una piedra como almohada en las noches como si fuera su cuerpo, cuerpo que tanto extraño, aferrados tratando de llenar ese vacío, ese espacio que dejó cuando empezó esta búsqueda, ese vacío en mis manos y mi pecho, ese espacio que abarca mi mente, que se mete en cada pensamiento nocturno, en cada despertar sacudido por su recuerdo a mitad de la noche, donde mi mente delira sin tener fiebre, ¿Cómo puedo callar ese grito que noche tras noche lanzo cuando en realidad lo que debo hacer es descansar?.”

“Y empieza un nuevo día, donde mi eterna compañera, la soledad amanece a mi lado al despertar, disfrazado, buscando de nuevo a la Ñusta, en mi mente, en mi corazón, en este maldito dolor en mis manos, ¿Qué como se siente?, no sé explicártelo, solo se siente, solo se vive, solo despiertas cuando logras dormir, y ahí está, ahí está recordándote que estas vivo, vivo por que el dolor es un simple ensayo de la muerte y si lo estoy sintiendo es por que estoy vivo, vivo, por que respiro y mi corazón sigue de necio, trato de olvidar, cuando estoy cansado, cuando tengo hambre, cuando tengo que alimentarme y tomo sus cuerpos, los destruyo, los consumo, todo por un corto instante parece volver a ser como era antes de verla a ella, llenando mi cerebro de carne y sangre para desconectar mis neuronas, para ver si en ese momento logro desconectar los recuerdos llamados por su ausencia, lentamente se van desprendiendo, cada neurona va nadando ahora en ese maldito licor del placer, miles de neuronas mas desconectadas, en su orden van desconectándose las partes lógicas, para lentamente llegar a mi cerebro primitivo, lo mas viejo en nuestra evolución, se supone que lo mas profundo de mis recuerdos, pero, se van desconectando mas y mas, millones van quedando en esa sopa etílica donde las funciones se van perdiendo, supuestamente acá están mis funciones creadas por mis antepasados en millones de años, ¿Entonces por qué está ella en estos recuerdos tan viejos?, y ¿Por qué quedo de nuevo en la soledad de la multitud?, pero luego al terminar, sentir la misma sensación.”

“Ahora mi vida no tiene sentido, ni norte ni sur, donde el arriba se me volvió un infierno y el infierno se me volvió un oasis de llanto, donde antes todo estaba también planeado. Y lo siento de nuevo ahí, como si nunca se fuera, en medio, en la mitad de las palmas de mis manos, ahí, ahí lo siento, sin saber como sacarlo, como un maldito predicador, que sabe que decirle a sus ovejas para reconfortarlas en el dolor, pero sin saber como quitárselo el mismo, entonces, ¿Cómo diablos lo hago?, ¿Cómo dejo de sentir lo que siento ahora?, lo que he sentido siempre”.