viernes, julio 09, 2004

Paki 17 – El dolor.

Volando, Supay sigue con una lanza aún metida en su pierna, con la soga en su mano para evitar que se enrede en otro lado, sus heridas son profundas y ha sangrado muchísimo, necesita descansar, pero en donde, pensaba que ese edificio era seguro, pero descubrió que no, pensó en la primera iglesia donde llegó, pero recordó que el cazador que había muerto, pertenecía a la iglesia, ahora estos sitios tampoco eran seguros, no sabía donde llegar, pero sabía que debía hacerlo pronto, no resistiría volar por mas tiempo.

Pensaba y pensaba, necesitaba un lugar solitario, un lugar donde pudiera descansar, que sus heridas cicatrizaran, recuperar la fuerza de su cuerpo, pensaba en su Ñusta, volver a verla se hacía cada vez mas lejano, pensaba en los hombres que lo habían atacado y el extraño símbolo que llevaban en el pecho tatuado, ¿por qué no lo había podido atacar aún después de muerto?.

Supay perdía el sentido, sus fuerzas cada vez eran menores, no soportaba mas, ya daba igual descansar en cualquier lado, sino lo hacía pronto de todas maneras moriría, lo más cercano, podría ser su fin o el sitio que buscaba, era un edificio “abandonado”, lleno de ratas, buscó el sitio mas solo y oscuro, donde pudiera custodiar las entradas a la habitación, una vez dentro tomó un mueble, parecía una mesa, se sentó sobre ella, dobló lo mas que pudo su pierna y empieza a tirar del arpón, sentía como le desgarraba los músculos, lo hacía con todas sus fuerzas, pero el avance era lento, cada vez le costaba mas trabajo mantenerse conciente, veía como las ratas exploraban el lugar, olían su sangre, su piel dañada, con sus últimas fuerzas Supay logró sacar el arpón, se veía como la herida abierta parecía un riachuelo de sangre, Supay buscó a su alrededor algo con que detener la hemorragia, hizo torniquetes en sus piernas y en su brazo, al terminar, Supay perdió el sentido.

Sin sentido, casi en coma, “no creo que quiera volver a este mundo otra vez, me gusta estar así, nadie me va a hacer daño, nada importa, no siento dolor, no siento sufrimiento, no siento amargura” - Pensaba Supay en medio de sus delirios mentales, sin conocimiento de lo que pasaba a su alrededor.

¿Volver a este mundo?, ¿Otra vez?, ahora Supay sentía como si estuviera que flotando, no sentía presión, pero algo de afuera lo llamaba, lo instaba a salir de ese coma, de ese estado de inconciencia, ¿Su cuerpo lo estaba llamando?, ¿O de nuevo eran sus sentimientos?. Profundamente suspendido en un océano oscuro, no tiene la luz al final del túnel, en su mente tiene sus huesos formando una cruz, ¿Último destino?, Podría morir tan fácilmente mientras sus recuerdos lo llaman de regreso, todo está en sus manos, cuando todo lo que necesitaba es claridad, poder pensar mejor, poder espantar los demonios, mejor dicho, los Ángeles de su mente, poder sacar esa Ñusta de su mente, pero ahora está sumergido mas profundamente en su inconciencia, en el licor de eterno de una mente desconectada, en el punto final entre la vida y la muerte, ahí donde la sangre solo alcanza para delirar, para no distinguir la fantasía de lo real, donde tu mente muere por etapas, cada neurona ahogándose por la falta de oxígeno, como desconectando lentamente las luces de una gran ciudad tras un apagón, ¿Cuánto podrá aguantar?, este su nuevo mundo, esta siendo creado por su mente y tal vez Supay no quería salir de ahí para no volver a su triste y dolorosa realidad, a un mundo mas triste y peligroso que el infierno.

En su mente trataba de entender todo, si es que la loca fantasía de un rostro en blanco y negro le permitía escalar los escombros de sus sueños retorcidos por el dolor, ahora sus gritos están sofocados, callados en medio de su mente, pero corren a través de su cabeza como el relámpago que ilumina tu cielo pero no hace escuchar su trueno por estar lejos, pero sabes que esta ahí, después de la luz, de la hermosa luz, en esa energía que corta el aire y lo transforma en la chispa mortal de sus ojos, de la mirada de la Ñusta, sus caminos se cruzan, pero, ¿Dónde está?

Ya nada le molesta, ya nadie va a confundir su mente, no mas peleas, no mas luchas, no mas sufrir, “es tan agradable estar aquí”, - Supay está muriendo, pensaba que sería bueno poder mostrar eso, poder mostrar como su dolor terminaba, todo ahí, sin ganas de luchar, todo es tan pacífico, no como el mundo al que fue desterrado, realmente nunca quiso vivir en él, solo fue expulsado, solo quería encontrar a su Ñusta, solo eso, nada mas.

La gente vive su vida, algunos mas en coma que el mismo Supay, sin importar nada, solo dejándose morir, dejando pasar día a día, todo igual, sin importar nada, tal vez estemos mas muertos que Supay, tal vez merecemos vivir menos que él, al menos él tiene una búsqueda, tal vez errada, tal vez no, pero tiene algo por qué luchar, algo que le hace daño, algo que lo expulsó de su casa, del infierno, pero, es ese el motivo que lo tiene aún con vida, conectado al mundo de los vivos donde muchos ya están muertos en vida, donde muchos son mas oscuros que el mismo infierno, donde Supay es simplemente una mancha oscura en el Yim de este mundo.

Supay solo pensaba que el mundo sería mejor sin él y él sería mejor sin el mundo, sin saber que le esperaba detrás de ese pequeño hilo de vida, al finalizar de consumir toda la ruta de su camino eterno de segundos de vida por terminar, es difícil creer, pero aún existen razones por quedarse. Tiene en su mente un boleto de ida, también la última oportunidad de volver, todas estas torpes y tontas ideas del volver, volver, volver a sentir el frío, la falta de consuelo, sentirse tan débil y viejo, Supay no necesita un doctor, nadie puede curar su alma.

Tiene la vida en una línea, la línea de la muerte, ese camino recto y en picada, con pocos pedazos de donde aferrarse para volver a la vida, Supay sabe que ya no tiene casa, ya no tiene hogar y su idea de familia se ha terminado sin tal vez nunca haber existido, sin conocer a sus hermanos, sintiéndose solo, sin conocer a su madre, educado solo por su padre de la manera mas estricta, tal vez, por eso, uno de los mas malos, tal vez, por eso, la mayor desilusión de su padre. No fue la culpa de nadie, sólo la suya, nunca fue advertido, pero sabía para que había sido creado, no precisamente para amar, menos para salvar vidas y buscar perdidamente la mirada de una Ñusta que cambió su vida y ahora que tenia señales que le hacían comprender su vida, llega mas peligro a su existencia, peligro que tal vez termine con su vida, con su dolor y con su sufrimiento, pero también dejando la pregunta ¿Qué hubiera pasado si?.

Si Supay hubiera visto venir todos los problemas que tendría por salvar a la Ñusta, tal vez no la hubiera salvado, pero su corazón sentía de manera distinta, su corazón lo hubiera hecho una y otra vez. Cada imagen, cada sutil detalle manchado por la sangre, cada recuerdo de ella, cada instante del dolor, cada paso tras de ella, cada mirada a escondidas, cada secreto guardado, cada oportunidad de tocarla, cada instante, ahora son solo pedazos de vida que pasan por la mente de Supay, unos mas lentos que otros, unos mas lindos, otros mas dolorosos, otros incomprensibles, otros simplemente existen por que la mente de Supay los crea, mas solo existen ahí, en una mente creado un futuro que no será, que no llegará, que solo se recreará en el simulador de su mente, ese simulador que puede recrear nuestros deseos mas profundos, mas oscuros, donde nuestros miedos se convierten en pedacitos de pétalos de rosas rojas, donde todo encaja a perfección, por que lo único que manipulas en ese sueño de lo irreal, la felicidad inalcanzable, la forma fácil de vivir la existencia de un coma de sueños rosas en medio del fango de la vida real. Está fácil estar hambriento cuando no tienes nada que perder, pero Supay aún está esperando cruzar la línea, mirando las repeticiones de su vida, esperando solo el punto de no retorno.

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