viernes, julio 09, 2004

Paki 8 - Los brazos de la fiebre.

Contemplando la ciudad Supay pensaba que hacer, esta cansado y hambriento, quería descansar, esto implicaba dormir, pero soñar no era lo que él deseaba, quería comer, pero sabia lo que esto implicaba, calmar su hambre, pero aumentar su dolor, gran decisión, recordaba su primer y ultimo sueño, temía volverlo a tenerlo, recordaba su paraíso, su Waka, recordaba como funcionaba todo perfectamente, hasta que llego ella y con su mirada cambio todo, sus promesas, su futuro, todo lo que esperaba para su vida cambio, todo, perder todo, la confianza de su padre, el placer de disfrutar de sus sentidos y que ahora todo este en una lucha de saber si vale o no la pena.

Sin saber que decisión tomar, Supay tomo la opción de descansar un poco, busco de nuevo una edificación alta, ahora estaba en una ciudad con varios edificios mucho más altos que la primera iglesias donde había estado en un principio, voló y busco para él su mejor elección, aterrizo en la terraza y lentamente comenzó a caminar buscando el mejor sitio para esconderse en esa mole de cemento, encontró cerca de la salida de las escaleras un pequeño sitio que era la central del aire acondicionado, ahí cerca de ese calor que producían los motores y el mismo clima, Supay descanso, se sentó, recostó su espalda contra el muro y trato de pensar mas claramente, Supay se sentía solo, las dudas invadían su mente, trataba de tomar las mejores decisiones, pero sabia que cada cosa que hiciera tendría un punto en contra, entonces, decidió no hacer nada, quedarse ahí, descansando, muriendo de hambre, sintiendo el dolor de sus heridas, el dolor en sus manos, y su estomago vació.

Esa era la elección, pero una cosa era lo que Supay pensaba y otra muy grande era la que su cuerpo e instintos perseguían, no paso mucho tiempo cuando estos instintos superaron las ideas de Supay, de nuevo se despertó el demonio que había dentro de él, abrió sus alas y dio una mirada al cielo, como preguntándole a Dios, "escoge tu victima", Supay movió sus alas y como un ave de presa empezó a buscar a su victima, cual seria su sorpresa, cuando en medio de su búsqueda reconoció el cuerpo de su Ñusta, la joven caminaba por la calle, el corazón de Supay empezó a latir mas rápido, no podía creer que la estuviera viendo, sus planes han cambiado, ahora, veía el final de su búsqueda, ¿Pero cómo abordarla?, Entonces pensó rápido, tendría que apoderarse rápido de un cuerpo humano, como demonio no podría acercarse sin asustarla, tal vez en medio de esa escoria humana, podría encontrar un cuerpo no tan malo para sus ideales, rápidamente sobre voló la ciudad en búsqueda de un hombre que no estuviera lejos de la ubicación de las Ñusta, vio a Un drogadicto, tirado en el piso, al final de un callejo, esa era su elección más rápida y limpia, si es que se le puede llamar "limpio" aun ser que lleva varios días sin bañarse, con el cabello largo y sucio como el resto de su cuerpo, con rostro que dejaba ver una barba desordenada, una boca sin cepillar y unas uñas llenas del mugre y el olor de sus narcóticos, así mismo, sus dedos quemados por las colillas fumadas al limite, pero esa era la mejor opción de todo lo que había visto en su corto vuelo, sabia que por la maldición de su padre, no podía aspirar a tomar el cuerpo de un flamante ejecutivo que vio en la calle, aunque falto poco para intentarlo.

Supay tomo posesión del cuerpo de aquel adicto, de inmediato el adicto en medio de descontrol mental se puso de pie con dificultad y empezó a correr fuera del callejón en búsqueda de la Ñusta, tomo en la esquina hacia la derecha, apoyándose en las paredes y vitrinas de vidrio para no caerse, trataba de correr, pero el estado de drogadicción que tenia era demasiado alto, no podía controlar mejor su cuerpo, la gente le abría paso cuando este se acercaba, su olor y aspecto no eran los mejores, Supay olvido por un momento su nuevo aspecto físico, solo pensaba en que no alcanzaría a la Ñusta, a su Ñusta, caía una y otra vez, con todas su fuerzas trataba de controlar esa mente narcotizada, trataba de tomar el control de cada uno de sus músculos de poner en marcha ese cuerpo de una manera digna, cuando por fin la vio al fondo del camino pensó que la podía alcanzar.

Con mucho esfuerzo Supay empezó a correr, si es que hace tambalearse de lado a lado se le podía llamar correr, como si no fuera ya mucho esfuerzo controlar esa mente narcotizada, ahora debía competir también contra unos pulmones de fumador que no le permitían correr sin sentirse asfixiado, solo veía la espalda de su Ñusta y corría, corría, la gente se apartaba y esta reacción causo, que la joven volteara a mirar hacia atrás, cuando vio que aquel drogadicto corría aparentemente hacia ella, Supay vio su rostro lleno de temor y se detuvo, la joven lo miro y siguió caminando, sin dejar de voltear a mirar hacia atrás para ver si el adicto aun la seguía, vio como lentamente este callo al piso arrodillado, y luego se desplomo completamente en el piso, peso," es increíble al grado de drogadicción que llegan algunas personas".

Supay ya había abandonado el cuerpo del adicto, y como un rayo en picada en medio de la gente tomo a la joven, se vio solo como si un tornado la hubiera tomado y hubiera desaparecido, nadie se explicaba como había pasado. Supay la subió a su nuevo hogar, al lado del cuarto de aires acondicionados y con lagrimas de rabia la golpeo y corto con cada una de sus uñas, incrusto sus dientes en su cuerpo, en su cuello, la sangre brotaba por todos lados, y como un puñal hecho carne estrello su mano contra su pecho y extrajo su corazón aun latiendo, no se escucharon gritos, su vías respiratorias ya estaban demasiado dañadas para gritar, su se podía ver en sus ojos el terror y el desespero, sabia que ese era su ultimo día de vida. La sangre seguía saliendo y Supay seguía comiendo con rabia, con furia, con odio, pero también con dolor, esa no era su Ñusta, la búsqueda aun no había terminado, su físico era igual, pero su mirada carecía de ese brillo, era una mujer hermosa, pero no tenia lo que Supay había visto aquella noche, lo que había ocasionado el cambio en la vida de Supay.

Ahora, después de terminar su festín, recostó su espalda contra la pared, sus alas le impedía la comodidad acostumbra da de su Waka, pero aun así era lo mejor que podía hacer, ahora, sentía de nuevo el dolor en sus manos, sentía como le enviada un calor dentro de su cuerpo, lentamente dejo caer su cuerpo en su nueva cama de cemento, su cuerpo esta de lado, temblando como si el calor no existiera, como un niño en la calle en medio de la lluvia, sus piernas se fueron doblando lentamente hacia su pecho y sus manos formando un puño, se acercaban hacia su cuello, sus alas se cerraban en torno a su cuerpo dejando completamente expuesta su espalda, estaba por primera vez en su vida en posición fetal, un feto con Alas se podría decir, con alas metálicas, si no fuera por espalda expuesta seria la mejor posición de defensa, pero era la única forma en la que Supay sin quererlo se sentía protegido, no físicamente, pues esto no le importaba, sus dientes rechinaban, parecía muerto de frió, pero en realidad estaba muerto de rabia, de dolor, por dos razones, por lo que acababa de hacer y por no haber encontrado a la Ñusta, sus dientes hacia el ruido característico de cuando tienes frió y esta vibración trata de generar calor, pero, calor no era lo que necesitaba, era simplemente una forma de exponer su rabia.

De un momento a otro el sufrimiento de Supay fue interrumpido por agentes de seguridad que subieron al edificio, Supay se puso de pie y los agentes sin preguntar al ver semejante asquerosidad de figura y al ver la sangre, empezaron a disparar, Supay utilizo una de sus alas como escudo y empezó a correr hacia ellos, con su escudo improvisado tumbo a los guardias y empezó a volar, él sabia que podía destruirlos, pero no tenía necesidad de hacerse mas publicidad por el día de hoy, voló, solo voló, sentía aparte de su dolor natural, el dolor de algunas balas que alcanzaron su cuerpo, nuevas heridas, nuevas cicatrices, pero ningunas tan hondas y tan dolorosas como las que lleva sin ver en sus manos y que le producían su eterno dolor. Una bala en pierna izquierda y otra en espalda, en el limite de su ala, aterrizo en un sitio despoblado y con sus uñas saco la bala que tenia en su pierna, pero sacar la bala de su espalda era muy difícil, estaba alojada lejos del alcance de sus manos, solamente otro demonio u otro ser podrían hacerlo por él, pero, Supay sabia que debía dejarla ahí, pues estaba solo, como nunca antes había llegado a estar en sus 500 años de existencia.

Busco a su alrededor algo que pudiera ayudarle, una varilla, una cuchilla, algo con lo cual poder acercarse hacia es nueva herida, pero no encontraba nada, hasta que escucho la voz de alguien que le decía "Puedo ayudarle en algo", Supay lo miro y no sabia que hacer, como podía ofrecerla ayuda algo tan feo como el, como hacia para no huir.

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