viernes, julio 09, 2004

Paki 24 – Supay, el demonio.

Lenta y pausadamente, buscando las palabras correctas, buscando la forma mas decente de decirle a su Ñusta lo que era, lo que en realidad ocultaba ese cuerpo de niño, la verdadera alma bajo ese montón de piel y huesos rotos, escudriñaba su mente, buscaba cosas lindas, cosas que nunca había, buscaba la manera mas digna y hermosa de decirle cuanto la amaba, también como decirle, “Soy un demonio”, su mente se nublaba, su boca solo podía poner un poco mas pausadas las palabras para lograr encontrar las palabras adecuada.

“Yo estuve ese día de la matanza, el día que casi te matan, el día en que alguien llego, te tomo en sus brazos, te saco de esa turba de hombres que deseaban matarte, yo estaba ahí, cuando empezó la matanza, cuando tus ojos cerrados no podía ver lo que pasaba, mas tu mente recreaba los sonidos, yo estaba ahí, cuando te recogieron, yo fui el hombre que te tomo en los brazos, el hombre que te cargo, el hombre que acabo con cada uno de los que desearon hacerte daño, ya fui el que te saco luego en la camioneta para salvarte y alejarte de esa multitud”.

La Ñusta solo podía mirar y escuchar atentamente, sorprendida, sin saber como podía tener tantos detalles de aquella horrible noche, no sabia como ese niño y el joven que le salvo la vida fueran la misma persona, pero algo dentro de ella le hacia saber que el niño no mentía.

“¿Cómo es posible que sepas tantas cosas?” – Pregunto la Ñusta – “No entiendo, explícame, estoy asustada, no comprendo, ¿como puedes saber eso?, ¿como me conoces?, ¿como sabes mi nombre?, vamos dilo rápido.

“Hay algo mas difícil de creer que eso” – Dijo Supay.
“¿Crees en Dios?” – Pregunto Supay.
La Ñusta contesto afirmativamente.
“Entonces crees en mi padre” – Dijo Supay.
“¿Eres un Ángel guardia? – Pregunto la Ñusta.
“Soy un Ángel” – Dijo Supay – “Mas no tu ángel de la guardia, soy una ángel del lado oscuro, mi padre es el dueño regente del averno, soy un Ángel caído, un Demonio”.

Supay sintió como la Ñusta soltaba su mano lentamente, este quería apretarla, pero temía provocarle mas miedo, temía que lo creyera loco, que escuchar su historia solo hasta ahí.

“¿Por qué en el cuerpo de un niño?” – Pregunto la Ñusta.
“Por que no puedo escoger el cuerpo que quiera, solo puedo escoger cuerpos débiles, decadentes, ¿no se si recuerdas un paciente de Cáncer que murió aquí hace pocos días?” – Dijo Supay.

“Si” Respondió la Ñusta, “El señor Jiménez, ¿ese eras tu?”.
“Si, pero no alcance a decirte nada, ahora debo hablar rápido, por que no se hasta cuando me durara este cuerpo, cuando empiece a curarse no será mas apto para mi, por favor, tratare de acercarme a ti nuevamente, no se en que cuerpo, solo déjame acercarme a ti, para poder hablarte y que me reconozcas.” – Dijo Supay.

“Esto es de locos” – Afirmo la Ñusta, - “¿Como puedo creerte semejante historia?”

“De que manera podría saber tanto de ti, la masacre, el paciente de Cáncer, el atraco frustrado en el Bus, son cosas que solo tu sabes, y puedo decírtelas con detalles, solo esa es la forma de explicártela”

Siguieron hablando, Supay mostrándole los detalles de cada evento para que la Ñusta quedara convencida, después de varias hora y siendo ya la hora de terminar su jornada de trabajo, la Ñusta se despidió del Niño, con un montón de dudas, montón de temores, si eso era verdad, ¿como explicar que el hijo de Satanás la protegiera?, y ¿por que?.

Supay empezó a sentir el sueño invadir su cuerpo, en parte por el cansancio normal, por no comer bien, la comida del hospital no saciaba su apetito, además los medicamentos para el dolor lo hacia adormecerse mas aun. Supay cayo en un sueño profundo.

En medio de la noche, en ese oscuro y triste hospital nocturno, tres hombres ingresaban por la azotea de la edificación, era ya media noche, solo estaban las enfermeras de turno y uno que otro guardia medio dormidos y otros entretenidos con algún programa en la pequeña Televisión portátil. Los hombres llegaron a la sala de cuidados intensivos donde se encontraba el niño poseído por Supay, con linternas ancladas a un soporte en sus cascos, buscaban en medio de la oscuridad, era hombres del la Hermandad de Torquemada, estaban buscando a Supay, uno de ellos hizo señales silenciosas a sus otros dos compañeros, el mas cercano saco su Ballesta y apunto a la cabeza de Supay, los otros dos sacaron Dagas y se aproximaron a Supay, sigilosamente, sin hacer nada de ruido, en ese momento la rama de un árbol golpeo fuertemente una de las ventanas cerradas y la rompió, el ruido de los cristales rotos y el aire entrando a gran velocidad por la ventana despertaron a Supay, quien abrió sus ojos y se encontró de nuevo, mano a mano con sus verdugos, automáticamente el hombre la Ballestas disparo a la cabeza de Supay y los otros dos se abalanzaron sobre el Niño para empezar a atravesarlos con sus dagas, ambas marcadas de forma especial, marca que Supay alcazaba a ver cada vez que entraba y salían del cuerpo del niño.

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