viernes, julio 09, 2004

Paki 26 – Servil.

Buscando como buscar y agradar a su Ñusta, Supay piensa como lograr un nuevo acercamiento a su Ñusta y evitar a la hermandad, sabe que debe tomar la menor cantidad de veces el cuerpo de otros, su piel cada vez esta más débil y su antiguo escudo, sus alas, cada vez se tornan mas y mas débiles, debe hacerlo rápido, debe encontrar remedio a esta situación, a este dilema, decide hacer guardia a lo lejos del hospital seguir de nuevo a su Ñusta y no perderla por nada del mundo, seguirla, saber donde vive y tomar posesión de un nuevo cuerpo para poder acerca.

Ahora Supay descansa sobre las ramas de un gran árbol, siente la brisa en su cara, sensación que antes de que su vida cambiara no le hubiera hecho sentir nada, pero ahora Supay, sentía esa brisa, como una leve caricia, cerró sus ojos para tratar de olerla, para olfatear el viento, como si con ello pudiera oler la presencia de su Ñusta, lo que Supay no sabía era que estaba oliendo el olor de la muerte.

Sentía como era acariciado, cerraba sus ojos y pensaba que era su Ñusta, el dulce susurro del viento hablándole a su oído, palabras de lastima que él interpretaba con amor, abrazos que lo llenaban de vida, como diciendo, "Aquí estamos por vos", Sin darse cuenta que cada abrazo, cada susurro, cada caricia, es un simple "Pobre diablo no sabes lo que es el amor, ni lo que por él te espera". La sangre de Supay corre en su corazón, ansioso, expectante, esperando el momento en el que verá su Ñusta, espera como una mantis, quieto, haciendo parte del entorno, esperando, esperando quieto su destino, esperando, sin saber que llegará.

Esperando después de varias horas, de la larga noche y una fría mañana, por fin llega su Ñusta al hospital, ahora sigue la eterna espera hasta que sea su hora de salida, para seguirla y tratar de abordarla, la decisión estaba tomada, Supay se presentaría tal cual era, que mas podía perder, ya lo había perdido todo, ya solo tenía aire en sus pulmones y sangre que a veces su corazón no deseaba mover, ahora, es solo cuestión de esperar, esperar el destino, el azar de la vida.

Supay tenía hambre, llevaba mucho tiempo en esa incomoda posición, sin comer ni beber, pero tenía miedo de perder un instante de vista el hospital y no ver la salida de su Ñusta, todo el día el hospital estuvo en gran alboroto, muchos policías, Supay sabía por que, por la muerte del niño, por los destrozos que causó para salir, lo que no sabía era de que manera coherente podría explicar los testigos a la policía lo que vieron, pero a su vez esto servía para que la Ñusta creyera un poco mas en lo que Supay había dicho, en su confesión de ser un demonio.

En medio de su cansancio Supay cerraba los ojos sin darse cuenta, quedándose dormido como un vigía en su puesto de guardia cuando el cansancio te agota, en medio de ese estado de realidad y fantasía, Supay tenia leves sueños, confusos como de costumbre, mensajes envueltos en una masa gris de irrealidades, brillos de luz muerta, sonidos que recordaban su muerte del infierno, su exilio, su dolor, leves sueños, pocos segundos, pero sufrientes para agitar su corazón y volverlo a la realidad, así pasó sus últimas horas de vigía, en medio del sueño, en medio de la realidad, sin saber cual era peor.

Por fin vio salir a su Ñusta fuera del hospital, ahora debía seguirla, no podía perderla de vista, pero esto era lo más difícil, debía acercarse a ella y al mismo tiempo cuidarse de la Hermandad.

No lo pensó mas, vio un callejón, esa era su oportunidad, voló lo más rápido que se lo permitían sus debilitadas alas, vio el cuerpo de un mendigo, tomó rápidamente su cuerpo, teniendo posesión completa se dirigió hacia ella, como pidiendo una limosna; "No te asustes, soy yo, por favor, dame una oportunidad de seguir explicándote lo que soy, lo que pasa" - Dijo Supay.

La Ñusta, lo miró con ojos de miedo, el mendigo tomó su mano izquierda y la guió hacia el callejón, "Sé que tienes muchas dudas" - Dijo Supay, - "Pero todo se aclarará al mostrarte mi verdadero cuerpo".

Supay se alejó unos metros de la Ñusta, y dejando su nuevo cuerpo, en medio del oscuro callejón, Supay dejó ver su cuerpo de Demonio, su cuerpo real, un silencio frío invadió el oscuro callejón, los ojos de la Ñusta no podía creer lo que estaban viendo, un ser alto, con un cuerpo oscuro, alas metálicas, piel quemada y con muchas heridas, era algo horrible, algo para dejar mudo de la impresión a cualquier mortal, Supay agachó su cabeza al ver la reacción de la Ñusta, sabía que para ella no sería fácil ver su forma real, pero realmente el quería solo decirle lo que sentía por ella y todo lo que había hecho por ese momento.

La Ñusta miraba a su alrededor, veía las paredes de los edificios, como ahogando un grito, como buscando un aire robado en medio de la oscuridad, soportando su cuerpo contra una de las paredes para no caer al piso, Supay solo pudo preguntar si deseaba que volviera a su cuerpo mortal, la Ñusta tomó aire, lentamente se puso firme, lo miró a los ojos oscuros y le dijo, no, quédate así, quiero verte bien quiero saber que esto es real no solo un mal sueño.

Supay deseaba tocarla, pero tenía miedo de lastimarla, su piel rugosa y deforme podría lastimarla, pero daría lo que fuera por poder tocarla en carne propia, pero sabía que no debía hacerlo. En medio de su sueño inconcluso, Supay escuchó como el silencio que se había apoderado del callejo se rompía con un silbido que cortaba el aire, Supay miró hacia arriba vió como dos lanzas iban en su dirección, solo alcanzó a reaccionar, a moverse, a tiempo para evitar el impacto de las dos lanzas, miró las terrazas de los edificios del callejón, estaban llenas de gente de la Hermandad, miró a su Ñusta, vió como esta corría por la salida del callejón, solo pensó que era lo mejor ahora ella estaba a salvo, él solo tenía que distraer la atención de sus predadores para que ella pudiera huir mucho mas lejos, así empezó el nuevo ataque.

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