viernes, julio 09, 2004

Paki 19 – Una mancha negra en la oscuridad de tu piel.

Pierre seguía explicando a Supay como funcionaba la Hermandad, escuchaba pacientemente, al mismo tiempo que surgían nuevas preguntas.

“¿Si perteneces a esa Hermandad, por que me ayudas?” - Preguntó Supay.

“Por que descubrí la maldad que había dentro de la organización” - Contestó Pierre - “Que la lucha en nombre de Dios estaba manchando su prestigio y que la religión que me educó, ahora me mostraba su otra cara, la cara oscura, las intrigas, la burocracia y el castigo a inocentes, por eso, ahora te defiendo, por que no creo que esto sea digno de luchas entre humanos y demonios, para eso existe el poder divino y el será el encargado de juzgar cada uno de nuestros hechos en esta vida, por eso te ayudo, tal vez para ir comprando un poco mas de espacio en el cielo, o para tener una habitación no tan caliente en el infierno”.

¿Cómo puedo vencerles? - Supay temía que esta pregunta no tuviera respuesta, pero Pierre, miró a los oscuros ojos de Supay, solo te hacen daño si los tocas, pero son tan débiles como un humano normal, sus cuerpos no resisten los impactos, tú lo comprobaste, ese hombre que se estrelló contra la pared, murió como cualquiera hubiera muerto al recibir un golpe con esa fuerza, son hombres fuertes, pero también sangran, sus huesos también se rompen, su cabeza es el control de todo, debes evitar el contacto físico, cada golpe directo que les lances, se te volverá con la misma fuerza, debes pensar muy bien lo que haces y tus movimientos, lo ideal es evitarlo, pues siempre están en grupos, unos funcionan como carnada, una supuesta presa para tí, pero en realidad el depredador está escondido, esperando para el ataque.

Supay sabía que ahora era buscado, nuevos problemas, ¿Cómo podría llegar a su Ñusta de nuevo?, Ahora también debía cuidar su espalda, buscar mucho más rápido un cuerpo que poseer, entre menos estuviera en su forma de demonio, menos riesgo correría, sus atacantes saben que él puede tomar cuerpo de mortales, pero siempre se veía a los demonios en gente muy perfecta, ahora Supay por su castigo solo podía utilizar a la escoria humana como su cuerpo de transporte, entonces, no sería fácil que reconocieran su alma de demonio en un cuerpo de alguien completamente castigado por la vida y el destino.

Debía tomar pronto un cuerpo y volver rápido al hospital, era la hora de buscar respuestas, de ver a la Ñusta, ya llevaba varios días sin verla y esto lo perturbaba, escuchó mas consejos de Pierre y luego sin que sus heridas aún se hubieran curado por completo emprendió el vuelo.

Volaba más rápido que nunca, trataba de evitar que lo pudieran rastrear fácilmente, se mantenía mucho mas lejos del hospital donde fue el primer ataque, debía buscar una escoria humana lo más saludable posible para llegar pronto al hospital, pero ese era el gran dilema, algo que poder invadir y que al mismo tiempo pudiera estar cerca de la Ñusta sin que ésta se asustara, no pacientes terminales, no drogadictos que la hicieran correr.

Vio a un niño en la acera de una calle, esperando para cruzarla, era un cuerpo sano, no disponible para Supay, pero Supay podía ver en él la maldad, tenía sus manos apretadas, como listo para dar un golpe, su rostro no sonreía; se burlaba del mundo, como el mundo lo había hecho con él, esperando la oportunidad para actuar, su cuerpo era algo delgado, tal vez por el hambre de las calles, tal vez por el frío de las noches solitarias, su maldad, como todos, era de elección, de escoger ser hijo de Caín o Abel, del lado que traiciona, del lado que ha recibido tantas traiciones en tan corto tiempo que termina olvidando el sentido de la vida, el sentido del amor, un hombre en un cuerpo de niño, con una infancia perdida, durmiendo en un hotel de mil estrellas, durmiendo en la calle, en el colchón frío de cualquier esquina, con sus gruesas cobijas de periódico, buscando donde golpear, donde robar, sin importar la vida, sin importar el que hacer, solo sobrevivir.

Ese es el cuerpo que necesita Supay, pero no está dentro de lo permitido, no posee las características de los cuerpos que puede poseer, pero es el cuerpo que podría acercarse a su Ñusta sin ningún problema.

Sin saberlo el niño se tira de frente contra un autobús, golpeando todo su cuerpo, quedando inconsciente, la gente a su alrededor lo mira, sangrando, con sus pequeñas sucias y callosas manos abiertas hacia el cielo como en señal de oración, sus ojos cerrados, su boca abierta con una pequeña lágrima de sangre haciendo una línea delgada hacia sus oídos, su cuerpo como el de una marioneta del destino tirada en el piso, como el juguete de Dios tirado en el piso, como cuando un niño se cansa de su viejo juguete y busca uno nuevo para divertirse, sus piernas y brazos con huesos rotos, inconsciente, sin saber que pasó, por qué estaba ahora ahí, tirado, viendo su cuerpo desde afuera, su cuerpo que ya no tiene su alma, su cuerpo, invadido ahora por otro ser.

Supay siente un dolor inmenso, no por el choque con el autobús, si no por ese leve instante en que tomó un cuerpo perfecto, en ese breve instante que con todas sus fuerzas logró hacer que el niño saltara hacia el autobús, en ese breve momento que pasó de ser un cuerpo perfecto, a un despojo humano digno de Supay, ahora el destino debe hacer el resto.

La ambulancia llega pronto, en medio de la gente, que no trata de ayudar, sólo de dejarlo morir, al fin y al cabo, un problema menos para la sociedad, un hombre menos del que nos tenemos que cuidar en el futuro. Los paramédicos realizan su función, lo estabilizan y lo llevan pronto al hospital, Supay esta inconsciente, por que su nuevo cuerpo lo está, solo debe esperar el despertar, solo esperar y tener suerte de que su Ñusta este junto a él. Azar, destino, tantas malas pasadas le ha jugado a Supay, ¿Por qué ahora debería ayudarle?.

No hay comentarios.: