viernes, julio 09, 2004

Paki 7 - Abrazado por el mar.

El agua acariciaba su cuerpo, metiéndose en cada una de sus heridas, como una piel cortada con finas navajas de afeitar, el dolor no existía, Supay no esta conciente, su mente estaba en un mundo tan irreal como su belleza interior, caía, sus alas se convirtieron en pesados lastres que rápidamente lo arrastraban al fondo del mar, era casi como ver un barco hundirse, su sangre salía igual que el aire de sus pulmones, su cuerpo era una masa golpeada por una pared de agua que ahora invadía sus pulmones.

Su mente ahora era un sueño, sus pensamientos era simplemente manchas que se movían sin control en medio de su mente, figuras grises que corrían de un lado para otro en su cabeza, Supay estaba soñando por primera vez, sin control, sin destino, solo mostrando imágenes como fotografías instantáneas, solo soñando, en gris, se ve así mismo en el fondo del mar, con sus alas metálicas clavadas en el piso, su cuerpo doblado con el pecho hacia arriba, su cabeza descolgada sobre su espalda, sus brazos abiertos como esperando un puñal en su corazón, soñaba, solo soñaba en gris, ahora veía como en su sueño la Ñusta nadaba como una sirena a su encuentro, como tomaba su cabeza y la colocaba sobre sus senos, con sus manos acariciaba la piel roída de su rostro, sin saberlo aquella imagen desapareció y de nuevo Supay estaba solo en medio de su sueño gris, solo en la profundidad del mar, con el mar de recuerdos nadando en su mente, con imágenes que lentamente golpeaban su sentir, todo en lo que él había basado su vida, imágenes grises, imágenes de los ojos, del brillo de sus ojos, de los ojos de Ñusta, de ese inalcanzable sueño.

De un momento a otro en su sueño recordó como sus manos se habían entrelazado con las de ella, recordó el placer, recordó su olor, recordó por que había sido expulsado de su Waka, del infierno, de su único paraíso conocido, su corazón se agito, empezó a bombear mas y más sangre, sentía el dolor de sus heridas, sin aire en sus pulmones con que gritar solo pudo cerrar sus puños y golpear sus alas, abrir sus ojos buscando la luz, la luz de esos ojos, eso era lo que él quería, deseaba volver a soñar, volver a recordar esa sensación como lo acababa de hacer, pero el dolor de sus heridas bañadas por el agua salada sumado al dolor eterno de sus manos creo un Supay una desesperación extrema, su mente ahora era una mezcla de realidad, sueños, dolor, rabia y tristeza, Supay quería solo dormir para volver a soñar, pero ¿Cómo puedes dormir cuando despiertas siendo un barco hundido?.

Agitó sus alas revolcando la arena del fondo del mar, aún con su furia era difícil levantarse, en agua no era un sitio para tener alas metálicas, su aire se agotaba, sus heridas dolían y no cerraban por el agua salada, sentía miedo, rabia, dolor, impotencia de no poder agitar más fuertes sus alas, estas chocaban fuertemente contra el piso, se sentía como si fuera un escarabajo con sus patas hacia arriba, por fín logró incorporarse, con sus brazos cansados tomó la arena entre sus manos, la- apretó, sentía como los finos granos se metían en sus heridas, ¿Acaso el dolor tiene un límite?.

Miró hacia la superficie, movió mas fuerte sus alas, cada vez mas fuerte y empezó a salir, lentamente su golpeado cuerpo salía del fondo del mar, cada vez podía ver como la luz se apoderaba de ese infierno de oscuridad que es el fondo del mar, lentamente veía la luz cerca de él, hasta que por fín pudo sentir la brisa en su cara, por fín pudo llenar sus pulmones de aire, ahora solo tendría que mover sus alas mas fuerte y llegar al aire, sabía que el peso de sus alas y la poca fuerza que tenía, sumado al hambre y al dolor de sus heridas, pronto lo llevarían de nuevo al fondo del mar, con su último dolor logró sacar sus alas del mar y empezó a volar, sentía dolor, pero por encima de eso estaba la rabia, la ira por lo que estaba sintiendo, perder todo por una mirada, sufrir por una Ñusta, nunca había pensado en perder su paraíso, ahora era un demonio desterrado, no sabía- aún por qué, no sabía que era lo que sentía pero no quería seguirlo sintiendo mas.

Mas una cosa es la que pensaba Supay y otra muy distinta sin él saberlo, era lo que decidía una parte de sí, que aún no conocía, su mente estaba siendo dominada por él mas viejo de los sentimientos, algunas veces disfrazado de pasión, otras de protección, simplemente en la mente de Supay no podía caber la idea de un sentimiento que nunca había sentido, de algo para lo cual no fué educado.

Supay por fín cruzó el atlántico, una ciudad costera, hora de descansar, de buscar comida, “hora de hacer lo que sé hacer” - Pensó Supay, pero recordó el dolor que sentía después de matar, pero su hambre y dolor físico ahora lo hacían dudar, sabía que tenía que comer, pero ¿lo haría?.

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