viernes, julio 09, 2004

Paki 28 – El concejo.

Esta vez sus atacantes habían tenido menos éxito, pero Supay empezaba a sentir como cada vez se hacia mas humano y como su piel era más sensible y sus alas mas de carne, cada vez, era menos demonio, era mas humano, ahora sentía la brisa en sus alas al volar, era una nueva sensación agradable, pero también era un nuevo miedo, cualquier lanza sobre ellas causaría un daño grande.
Era hora de buscar refugio, buscar comida y tratar de encontrar el sueño perdido, ahora se sentía mas cansado que de costumbre, todo le costaba mas trabajo hacer todo lo corriente, trataba de concentrarse en encontrar un buen lugar, tal vez no cómodo, pero si seguro. Pensó en que debía buscar algo lejos del hospital, ya que todos sus ataques habían sido en un radio de acción cerca de donde trabajaba la Ñusta.
Se retiro a los limites de la ciudad, a las colinas, ahí donde se pierde el cemento y se transforma en trochas, caminos de herradura, donde las luces incandescentes se cambian por el reflejo de la luna y las estrellas, donde la ley no existe, por que no llega, donde la música es parte de todo y de nada, donde se pueden escuchar los gritos y ver gente corriendo sin que nadie la mire, sin saber si huye de la muerte o corren por haberla llamado, ahí descansa Supay, en el lugar mas inseguro para un humano, pero el mejor para un demonio.
En medio de la nada, para el resto del mundo, Supay desea descansar por un rato, encontró una casa abandonada, de madera, casi tan vieja como la tierra donde estaba construida, la hierba alrededor de la casa indicaba que hace mucho tiempo no pasaba gente en ese lugar, estaba invadida por enredaderas que lentamente invadían cada grita de la madera, dando un aspecto de camuflaje, donde parecía que la tierra se la fuera tragando con sus tentáculos, lentamente arrastrándola dentro de si.
Supay entro, no era difícil abrir aquella puerta, y encontrar una fauna de bichos, gusanos, termitas, todas alimentándose de todo lo que habitaba dentro de la casa, Supay busca un lugar cómodo para descansar, así mismo, un punto estratégico, donde pudiera ver si alguien entraba, todo para tener tiempo de huir o atacar, ahora se decidiría por la opción mas fácil, luchar era difícil, el hambre y el cansancio lo doblegaban, por ahora, solo deseaba huir en caso de un ataque, increíblemente ahora el que alguna vez fue un gran demonio huía de seres tan pequeños e insignificante como los humanos.
Descansa, entrando en el transe de sus sueños, en ese descanso que ahora mas que nunca es necesario para su ser, para su cuerpo cada vez mas debilitado por sus transformaciones, por cada posesión de cuerpos sin valor en el alma, ahora no solo es el dolor de acostarse en el piso y que sus alas no puedan encontrar una posición cómoda, ahora es sentir que la sangre circula por ellas, que necesita comida y descanso para revitalizarse, mira sus manos, con un dolor mas agudo que siempre, con tantas preocupaciones, con tantas ideas atormentando su mente. Ahora es tiempo de dormir, de descansar, pero sabe que dormir también es un castigo, cada maraña de recuerdos al azar disparados por su mente, sangre en blanco y negro, olores de dolor, gritos de muerte y de suplicas, lo que antes alimentaba su existencia, ahora atormenta sus sueños, peor aun, hasta los bellos momentos son invadidos por recuerdos creados, recuerdos que nunca existieron en su vida, pero que no sabe como llegaron a su mente, un beso, una caricia, solo la mente de Supay puede recordar cosas que no ha vivido.
En una esquina de la pequeña casa Supay intentaba descansar, cuando el ruido de la puerta abriéndose lo despertó de su letargo, preparado pero sin ganas de luchar, se levanta como un resorte, agita sus alas listas para volar y golpear con su escaso metal, Supay escucha una voz conocida – “Por fin te encuentro” – Supay no sabia si alegrase o asustarse, reconoció la voz y en medio de las sombras reconoció un rostro.

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