viernes, julio 09, 2004

Paki 25 – La debilidad del alma.

Si cuerpo humano, ahora Supay habita en su oscuro cuerpo de metálicas y grandes alas, veía como esos tres hombres mataban a ese pobre niño como si fuera el mayor genocida del universo, escondido de tras de las ventanas, impotente, con el deseo de matar guardado dentro de sus puños cerrados, con deseos de atacarlos, de destrozarlos, de destruir cada uno de sus órganos, pero sabia que no los podía atacar, tal vez pertenecía a la hermandad y aun no se recuperaba por completo de su primer encuentro.

Enjaulado como un guepardo en medio de la libertad, rodeado de los barrotes de la libertad, cubierto por el techo del dolor, impotente, con sus deseos de atacar recluido tras sus dientes, no soporto mas aquella escena que el muchas veces había protagonizado, la matanza de un niño, sacrificio para su padre, sin pensarlo rompió el cristal que separaba la cárcel de la libertad y ataco a los tres hombres, con sus alas afiladas como espadas de samurai en sus extremos, trato de cortar a los hombres en dos, pero su cuerpo sitio como si se estrellase contra un campo de fuerza, contra un gran blindaje, ni siquiera la vez que se callo al océano había sido tan fuerte como esta nueva experiencia de dolor que sentía Supay. Aturdido, en una esquina de la habitación con todas las luces encendiéndose a su alrededor, los enfermos despertaron y vieron el extraño montón oscuro recostado en una esquina, veía como tres hombres vestidos de manera extraña se acercaban rápidamente a esa figura cada vez mas horrible, cada vez mas demoníaca.

Supay esta rodeado, no tenia por donde escapar, la habitación no era lo suficientemente alta para pasar volando sobre ellos sin evitar ser tocado, Supay pensó rápido, golpeo fuertemente con sus alas las paredes una y otra vez, emprendió una carrera loca hacia sus atacantes y en el ultimo instante giro completamente para encontrarse de frente contra la pared, logrando hacer un hueco por donde paso y huyo velozmente, primero corriendo y luego de recuperar completamente el equilibrio empezó a volar, sentía como sus alas repelían la punta de los arpones que le disparaban, voló lo mas rápido que pudo en medio de los estrechos pasillos, varios guardas lo esperaban con sus armas cargadas a la salida de uno de los pasillos, Supay sentía como las balas atravesaban su piel, giro rápidamente hacia la derecha y echando a tierra una puerta entro en otra habitación, rompió el cristal y voló libre hacia la oscuridad de la fría noche.

De nuevo, mas dudas, mas intrigas, sentía que cada vez la hermandad estaba mas cerca de él y que a cada momento se haría mas difícil poder estar al lado de su Ñusta, poder convencerla de su verdad, de su horrible verdad, tenía que planear nuevas estrategias para localizarla y poder hablarle. Sentía en su cuerpo todo lo que habían dicho sus hermanos, como lentamente se iba debilitando, como sus alas perdían la solidez y como sentía cada vez mas los impactos de las balas y los golpes en su cuerpo. Sus alas, anteriormente su principal escudo invulnerables, ahora mostraba resto de la batalla, rasguños, como marcas hechas con una moneda sobre la pintura de un auto cualquiera, veía como sus fuertes alas perdía ese brillo oscuro que lo hacia invisible en la noche, ahora sus alas no solo dolían en su unión a su cuerpo de carne, si no también en todo su existir, Supay sin dar crédito a lo que veía, notaba como un extremo de sus las dejaba escapar una pequeña gota de sangre, su sólido metal ahora se esta transformando en débil carne humana, sus escudos se estaban transformando en algo tan débil como la piel de sus ojos que se cerraban a la verdad.

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