viernes, julio 09, 2004

Paki 23 - La verdad.

Supay tenía la oportunidad buscada, ahora solo tenía que explicarle de alguna manera todo lo que había sucedido, su búsqueda, su aventuras, su amor, pero la mas difícil lo que Supay era, eso era lo mas difícil de explicar, decirle que era un demonio, el hijo de Satán, ahora en el cuerpo de un niño, tomando posesión para poder acercarse a ella.

"Sé tu nombre por que no es la primera vez que te veo, por que ya estuve aquí, en este hospital y tú me atendiste" - Dijo Supay, "Necesito que me escuches hablar, que no sueltes mi mano, y que prestes atención a todo lo que deseo decirte".

La Ñusta estaba un poco asombrada, no recordaba haber visto a aquel niño en el hospital, pero sentía que éste le decía la verdad, además, debía averiguar el por qué ese niño sabía su nombre y por que la llamaba de esa forma, por qué gritaba su nombre tan fuerte, por qué no sentía el dolor cuando la llamaba.

"Solo quiero que sepa que por alguna extraña razón, usted ha marcado mi existencia, he tenido que vivir miles de peripecias tratando de encontrarla, he perdido todo lo que tengo, mi hogar, mi familia, mi destino, todo solo por buscarla, por tener esta oportunidad de decirle lo que siento, sin saber si usted podrá tomar esto de una manera seria o simplemente se burlará de lo que debo contarle".

"Mi búsqueda se remonta a meses atrás, cuando por cosas del destino usted se vio envuelta en una matanza, donde de manera milagrosa alguien la salvó" - La Ñusta soltó por un momento la mano del niño, esa parte de su historia la sabían muy pocas personas, solo su núcleo familiar y su mejor amiga, la Ñusta no comprendía como este niño aparecido de la nada pudiera tener el conocimiento de esos eventos, peor aún, estar con vida, hasta donde ella recordaba todos habían muerto, o al menos eso creía ella.

Supay le pidió que no se atemorizara y que tratara de no soltar su mano, que su mano le daba la seguridad para contarle el resto de cosas que necesitaba decirle. "Desde ese día mi padre me expulsó de mi hogar, me separó de mi familia y he tenido que vagar sin ayuda en búsqueda de usted, buscándola, añorándola cada día, buscándola noche tras noche, días enteros, he cruzado el océano, solo por verla a usted, solo por tener este momento, por tener su mano en la mía". La Ñusta estaba cada vez mas aterrorizaba sobre lo que aquel niño le contaba, no tenía ninguna explicación lógica para todo lo que decía el niño.

"No entiendo de que me hablas, no te conozco, no sé como me has visto, no comprendo lo que me dices, ¿Cuál matanza?, no sé de que me hablas, creo que la fiebre te está afectando" - dijo la Ñusta.

Supay apretó su mano lo mas duro que pudo, "Te garantizo que no será lo mas difícil de creer de todo lo que tengo que contarte" - dijo Supay.

Supay narró a su Ñusta de la manera mas creíble para ella todo lo que había tenido que vivir, pero no hallaba la forma de poder contarle que él era un demonio. ¿Cómo explicar algo tan grande? Tan aterrador.

El día fué transcurriendo y un accidente ocurrido en la calle solicitaba la presencia de la mayoría del personal del hospital, entre ellos la Ñusta, esta le pidió a Supay que lo esperara, que pronto volvería para que terminaran de hablar, que necesitaba saber el por qué Supay sabía tanto de ella.

Supay quedó de nuevo solo en su oscuridad, esperando y pensando que decir cuando la Ñusta llegara, debía hacerlo, sería la única manera de lograr acercarse a ella en un cuerpo desecho, diciéndole que ese cuerpo pertenecía a Supay, sabía que no podía estar toda la vida en el cuerpo de ese niño, que cada día que pasara el niño se recuperaría y eso haría que Supay no pudiera vivir dentro de él.

Debía decirle la verdad, debía tenerle confianza, así como ella confiara en él, de tal forma podrían verse, sin que ella se asustara o sintiera asco por la nueva personalidad de Supay, esta era la única manera, la decisión estaba tomada, pero como hacerlo, sabía que su tiempo en ese cuerpo estaba terminando, que lo que debía hacer, lo debía hacer rápido. Después de unas horas, la Ñusta entró de nuevo en la habitación de Supay, luego de atender a todos los demás pacientes, la Ñusta se acercó a la cama de Supay y empezaron de nuevo su charla sobre su origen y su desheredación, ahora Supay debía decirle la verdad de una manera que ésta lo creyera y no lo fueran a enviar a un centro para niños con problemas mentales. Supay empezó a hablar.

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