viernes, marzo 21, 2008

Paki 40 – Némesis.

Rodeado por la tristeza, rodeado por el dolor, Supay no comprende como puede ser posible la traición, rodeado, blanco único de flechas, balas, lanzas y golpes, rodeado, tirado en el suelo como un perro callejero atropellado por un auto en medio de la autopista viendo como debe esquivar al resto, solo.

Tratando de esquivar el golpe de los demás, confundido, mas humano que demonio, su última posesión lo dejo hecho un humano por completo, ahora creer que todo es una pesadilla, no puede dar razón a lo que sucede, tanta lucha, tanto trabajo, ahora todo se viene al piso.

Flechas lloviendo de todos lados, sin la posibilidad de utilizar sus débiles alas, con el dolor en cada herida, sintiendo su vida irse en cada latido que expulsa su sangre en cada vena rota por los impactos, sintiendo la burla y la alegría de todos por la presa capturada, como un siervo cazado por los lobos, sintiendo como cada uno se lleva parte de si como un trofeo, como si cada uno de ellos fuera su Némesis, la personificación de un castigo merecido a una falta cometida.

Ahora todos sus pecados están siendo castigados, cada golpe, cada puñal, cada quemadura que antes propino en su Waka para castigar, la esta sintiendo, solo, en medio de su cuerpo, pero el castigo que más duele, es la traición, eso es lo que mas atormenta a Supay, por encima del dolor físico, ahora lo que siente es esa tracción que lleva en sus manos, en su frente, en su pecho, recordando cada lucha para nada, cuando el océano se convirtió en cemento, cuando sus alas dejaron de servirle como escudo, cuando sitio cada una de las flechas atravesando su piel, todo solo para buscarla a ella.

Sus ojos solo buscaban buscarla, quería poder mirarla y entender el por que, pero ya eso no importaba, ahora solo era la traición, el dolor de sus manos ya tenia una explicación, no era un estigma, era solamente la profecía de una traición, solo una profecía mas donde el era el protagonista principal, esa eterna lucha entre el bien y el mal, la idea agónica del hombre por luchar una batalla que solo pertenece al cielo y al infierno, una lucha que solo debe ser entre padre e hijo, pero, ahora, sus hermanos están en medio de ella, para esto fue creada la iglesia.

Un demonio mas, uno mas en la cuenta de la Hermandad, ¿cuantos falsos?, ¿Cuántos reales?, Una cacería larga, ahora ¿Quién es el verdadero demonio?, ¿Quién es realmente el ser maligno de esta batalla?, ¿Cómo puede un ángel llegar a perder su esplendor por amor, por un sentimiento que no vale la pena?.

Lucho para llegar aquí, para vivir del recuerdo de una caricia, para morir en una orgía de golpes que el destino le tenia preparada, en un concierto de dolor solo para el, en un punto donde la fantasía de su mente, sus recuerdos, se vuelven solamente un lago salado en el cual debe ahogar sus recuerdos, ahora, sus captores, son sus jueces, sus verdugos, son sus Némesis, son la materialización de todos sus miedos, hasta del mas grande todos sus miedos, el perder a su Ñusta.

De rodillas, Supay no comprende lo que pasa, se acercan, lo miran como si nada, han clavado en su corazón un puñal, morirá lentamente, pensando solamente en por qué la Ñusta le hace esto, muere como Parmenio, sin luchar, solo sintiendo como el enviado de su protegido, Alejandro Magno, clava una y otra vez la espada en su cuerpo, como un toro que no sabe por que el amo que tanto lo ha cuidado ahora clava en su cabeza ese clavo, muere lentamente, sin luchar, ¿Para que luchar?, Si su Ñusta, el jardín de su alegría, ahora rompe su corazón, muere, ser o no ser, para que ser, si ya no existes.

Ahora mira hacia el pasado, recordando el día que vio el falso paraíso, ese cuadro del idilio del amor, de paraíso del Edén, esa tierna mirada que le hizo creer que todo valía la pena, ahora, pasa esa imagen y descubre que solo era la manera de llevarle lentamente fuera de su infierno, de ese oasis lleno de lagrimas, lleno de sus propias lagrimas, ahora se convierte en él arlequín, el enano del circo que divierte a los demás con su sufrimiento, es solamente la flama que queda viva de la leña mojada que lentamente fueron metiendo en la hoguera de su corazón, esa hoguera que durante tanto tiempo alimento con su búsqueda, pero que su Ñusta acaba de envenenar con maleza y mala hierba, para que al final solo quedara como resultado en su corazón ese puñal que lo mataba lentamente.

De rodillas, como Parmenio esperando la espada de su atacante, la espada del mensajero de Alejandro, de rodillas.

¿Para que defenderse?, Si el único ser por el que vivía ahora le quería quitar la vida.

¿Para que defenderse?, Si la única rosa de su falso jardín del Edén ahora le escupía en la cara.

¿Para que defenderse?, Si el único ser por el que dio todo, ahora como a un toro le dan su estocada final.

¿Para que defenderse?, Si por lo único que había luchado durante todo este tiempo ahora lo derrota, ahora le muestra su verdadera mirada.

Ahí, arrodillado, lentamente ve como la existencia se le va, con un puñal en el pecho, un puñal que no desea sacar, unas alas rotas, cansadas de luchar, cansadas de volar, cansadas de buscar lo que no debía encontrar.

Ahora no siente rabia, no siente dolor, no siente amor, solo siente lo peor que un ser puede llegar a sentir, “decepción”, cansancio en sus ojos, de tanto lucha por algo que no valía la pena, por peder su paraíso, su infierno, su vida normal, ahora, con un puñal en su corazón, lentamente sale su sangre, lentamente se desangra, mirando a su lado la mano de su asesino, mirando el rostro del ser que menos pensó le podía traicionar, ahora muere, de rodillas, con sus alas pesadas rasgadas en su espalda, con las manos en el piso, tratando de ser lo mas digno, tratando de no caer, tratando de levantarse, pensando que solo es un mal sueño, pensando que no puede ser, no se defiende, es como un toro en la plaza, sintiendo una y otra vez las picadas en su cuerpo, con su sangre saliendo por todos lados, su propia sangre que ahora no lo deja respirar, su sangre que se mezcla en sus pulmones, sus alas tratando de dar el ultimo vuelo, tratando de moverse, tratando de defenderse, tratando de lograr salir de ese dolor, de esas miradas, de ese maldito dolor.

Su mente recuerda el infierno, recuerda a su padre, recuerda el pasado, su libertad, el respeto que inspiraba, ahora, es solo un demonio expulsado, un demonio muriendo en aquellas manos, por esas manos, por ese rostro, por esa mirada, ahora, con dolor se incorpora, da unos pasos, sin dejar de recibir golpes en todo su cuerpo, Supay cae de nuevo, arrodillado, con sus alas rotas por la piel de una gota, ahora solo siente que su existencia se va, que ya no vale la pena luchar, ¿Para que?, si la luz de aquellos ojos ya no brillan mas para él, si la mirada de esos ojos lo atrajo como un gusano a un pez, como un dulce a un niño, como lo es Supay, un niño en el cuerpo de un demonio, un niño sin infancia que murió descubriendo lo que nunca se puede enseñar, lo que solo se puede vivir en carne y sangre propia, ahora Supay descubrió que el amor y la traición van de la mano.

Sus brazos ya no resisten mas el peso de sus destruidas alas, piensa en cada uno de sus recuerdos, la primera mirada, el primer tacto de su piel contra la suya, la primera sonata de su corazón cerca de su pecho, recuerda, todo como imágenes de una mala película, recuerda, en blanco y negro, en rojo sangre y dolor, recuerda la primera palabra, la primera salvación, su sudor, la primera vez, recuerda todo. Malditos recuerdos, dejen morir a Supay, déjenlo libre de una vez, dejen su agonía en un chispazo de gloria, saquen su corazón y devórenlo, ¿Corazón?, Si eso dejo de latir cuando sintió el cambio en esa mirada.

Ahora Supay comprende el dolor en sus manos, ahora sabe que no es un estigma, ahora sabe lo que sintió Cristo, no por estigma, no por santo, no por pureza, lo sintió en sus manos, en su frente, en su costado, en sus rodillas, el dolor en las manos es la forma en la que siente la traición, traición, con dos clavos en sus manos, entrando, solo sintiendo la traición, dos clavos entrando con fuerza, ¿Como no sentir el dolor en sus manos?, Si ahora ve solo la satisfacción de la Ñusta.

Son tantas las ideas que pasan por su cabeza, todo el tiempo engañado, como pensando en cada sonrisa que su Ñusta le dio, como en cada arañazo que le dio a su corazón cuando le ocultaba la verdad, con cada golpe con ese gran martillo golpeando el romo clavo oxidado sobre sus manos, en un solo minuto acabo con toda la idea de futuro de Supay, con todo lo que había construido, acabo con todo, ahora lentamente descubre la verdad, ahora solo tiene que llevar ese maldito dolor en sus manos, solo tiene que soportarlo, sin saber de donde sacar fuerzas para tener su corazón aun dentro de su pecho, con sus manos perforadas, con dolor, tratando de curar las heridas de su corazón, tratando de apartar de si la traición.

La Ñusta se acerca y lo mira como si nada, ¿Qué puede pensar Supay?, lo ofende con su mirada, ha clavado en su corazón un puñal, morirá lentamente, pensando solamente en por que el amor de Supay le hace esto, ni la caída en el mar, ni las peleas con narcotraficantes, ni la expulsión del infierno, ni tantas batallas luchadas le habían hecho tanto daño como ese puñal, ese abrazo falso, ese abrazo de traición, Supay sintió la traición, la misma traición que sintió Jesús. Ahora un demonio la siente, el maldito dolor en las manos, es solamente una muestra de traición, una muestras mas de dolor, ¿por qué no lo sabias?, Era traición, al mas alto rango, tracción al corazón.

Supay no soportaba mas el pesos de sus alas rotas, sumado a los golpes que recibía en su espalda, costado, cabeza, en todo su cuerpo, aun así, ahogándose con su propia sangre se arrastraba por el piso, tratando de llegar a donde esta la mano de la traición, a las manos de la Ñusta, su Ñusta, arrastrándose como un pordiosero, como una babosa en un camino lleno de sal, como simplemente un cuerpo que sigue vivo por que su corazón es mas terco que su mente, sintiendo los brazos de la fiebre, sintiendo el dolor, tratando de tocarla, de llegar a ella, se arrastraba, ya no sentía sus piernas, la poca sangre que le quedaba era solamente suficiente para alimentar su mente, su ideas, sus preguntas, sus brazos, sus malditas manos que solo buscaban tocarla por ultima vez, Supay ahora es completamente humano, mientras su voz se rompe lentamente en un llanto y sus lagrimas empiezan a salir, por que la barrera que puso en sus ojos para no llorar tiene un limite, un limite que cuando se rompió mojo toda su cara, unas lagrimas amargas como el sabor de los labios que no llegaran a ser suyos.

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