viernes, marzo 21, 2008

Paki 34 - Alas de carne.

Herido, sin poder controlar el equilibrio, la flecha atravesó su ala, mezcla de carne y metal, cae al piso como una mariposa con un ala rota, los cazadores tirando del extremo de la cuerda para no dejarlo fugar, herido, sintiendo como su ala se desgarra, tirando de la misma, sabiendo que en cada empuje está rompiendo mas su ala, viendo como sus cazadores corren hacia él mientras otros sujetan el extremo de la cuerda y buscan donde amarrarlo para que no huya, herido, sabiendo que no puede atacarlos, por que al hacerlo recibirá un golpe de la marca que los protege, el Báculo de Zoroastro, intenta romper la soga pero no puede, busca cerca de su entorno algo con que atacarlos, pero no encuentra nada, todo es tan desértico, solo botellas y piedras que lanza y son esquivadas.

Se pone de pie, sigue tirando de la cuerda, intentando romperla, cada vez están mas cerca de él, trata de romper su ala para liberarla de la flecha, en medio del dolor sabe que es la única salida, fuertemente tira de la flecha para que desgarre su piel, algo lento y doloroso, se acercan, Supay tiene cada vez menos esperanzas de lograrlo, ya están a pocos centímetros de tocarlo cuando vió que un perro saltó sobre el cazador mas cercano, Supay reconoció al perro, era uno de los que Pisano Phosphorus había llamado como uno de sus hijos, el perro mordía con desespero al miembro de la hermandad, mientras los otros cargaban sus ballestas y apuntaban al cuerpo del perro.

Sin imaginarlo Supay vió como mas y más perros llegaban, parecía que todos los "hijos" de Pisano estuvieran ahí, se veía como desgarraban la piel de cada uno de los cazadores que estaban en tierra, el perro mas grande, el que primero atacó ya había matado al cazador, parándose sobre le pecho de su víctima y con su fauces aún escurriendo sangre de su víctima, miraba hacia la azotea del edificio donde el cazador mas viejo apuntaba con su ballesta a la cabeza de Supay que aún no se liberaba de la flecha en su ala, los demás perros desgarraban la carne en medio de los gritos agónicos que emitían los cazadores, gritos que cada vez eran mas débiles, muriendo lentamente, desangrados, con mordeduras en todo su cuerpo, destruyendo sus rostros, sus manos, dejándolos irreconocibles.

El cazador en el techo disparó su arma, su flecha cortando el viento con destino a la cabeza de Supay, cada vez mas cerca, Supay sólo pudo ver su sombra que cruzó sobre su rostro, todo como en cámara lenta, segundo por segundo, sin darse cuenta que pasaba, sólo pudo agacharse para esquivar aquella gran sombra, cuando pudo ver, observó que era el perro mas grande de todos que había caído a su lado, tirado de lado en el piso, vió como el perro tenía en su pecho clavada una flecha, en esos momentos entendió que el perro se había interpuesto en la línea de tiro, entre el cazador y su presa y que le había servido de escudo, Supay aún no comprendía por que esos perros lo defendían, buscaba a su alrededor esperando encontrar a Pisano y que este hubiera dado la orden de ataque, pero no fué así, los perros estaban solos, sin amo.

Los demás perros vieron el cuerpo de su hermano tirado en el piso, inmediatamente todos miraron hacia la terraza, donde estaba el cazador mas viejo, Supay observaba como los demás perros miraban al mas grande a los ojos, como hablando en silencio. Como si se les hubieran dado una orden corrieron hacia el edificio, posiblemente a la cazería del último cazador, este observó como la jauría corría hacía el edificio y solo pudo disparar la última flecha cargada hacia el montón de perros, pero estos la esquivaron y se adentraron en el edificio, el cazador, dió media vuelta y empezó a correr.

Supay terminó de desgarrar su ala, sabía que no debía estar ahí a fuera, que cualquiera lo podía ver, o tal vez mas miembros de la Hermandad llegarían en cualquier momento, así que extrajo la flecha que tenía clavada el perro en su cuerpo, lo tomó en sus brazos y voló lejos de aquel lugar.

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