viernes, marzo 21, 2008

Paki 39. – La cita.

Supay a retado a su suerte, ya es hora de la salida de la Ñusta, la espera fuera de la clínica, la aborda despacio, no desea causar pánico en ella, la saluda –“Hola, soy yo de nuevo” – Dice Supay, ella lo mira de reojo, “Fui a buscarte la última vez pero ya te habías ido, ¿Que paso?”, Supay no le dijo que era una historia larga de contar, que eso sería en otra oportunidad, pero que por ahora deseaba poder estar con ella y explicar todo su historia, ella le dijo que podían hacerlo ahora, que solo debería buscar un lugar para hacerlo, realmente Supay no sabía que lugar podía servir para este encuentro, pero la Ñusta tomo la decisión.

Supay guarda respeto por la Ñusta, ni si quiera se atrevía a tomarla de la mano, aunque su nuevo cuerpo no producía repugnancia a la vista, su mente era una de las mas tórridas y crueles que había habitado Supay. Ahora se dirigía al sitio donde la Ñusta pensaba que sería bueno hablar, un sitio solitario, solo para ellos dos, un sitio donde Supay podrá mostrarse como es, sin temores, sin miedos, sin el terror oculto de la Hermandad, ahora Supay sentía cada vez mas cerca la posibilidad de sentir su Ñusta en su propia piel, con su propio cuerpo.

En medio de la marcha a su destino, Supay le explicaba a su Ñusta la existencia del infierno, de los demonios, del castigo eterno de ausencia de paz, describía su hogar, pero la Ñusta quería saber de sus sentimientos, saber que era lo que deseaba en realidad, “Solo deseo que me conozcas, deseo que me sientas, deseo que sepas que siento, deseo que sientas mi sentimiento, deseo darte a conocer por medio de mis caricias la existencia de esto que tengo en mi corazón, deseo darte la felicidad que me fue arrebatada desde que fui expulsado del infierno, deseo solo poder mostrar lo que soy en realidad y que no te asombres” – Dijo Supay.

La Ñusta le pidió que lo esperara en la entrada de un gran centro comercial abandonado, quería saber si podían entrar sin problema, le dijo que cuando estuvieran dentro, deseaba verlo como era, que deseaba saber que podía esperar de el, que quería sentir su amor pero en su propia piel. El rostro de Supay pinto una cara de felicidad que ni en sus mejores tiempos en el infierno había sido lograda, este espero hasta que la Ñusta le hizo una señal para que entrara. Supay abandono su cuerpo mortal y volvió a su cuerpo de Demonio, cada vez mas humano, cada vez mas débil.

Supay entro a la plaza central del gran centro comercial guiado de lejos por la Ñusta, su corazón latía fuertemente, se le quería salir del pecho, corría, ya sus alas no le permitían volar, era mucho mas humano que demonio, todas sus transformaciones anteriores lo llevaron a este estado, un estado deplorable, un ser feo, un humano desagradable con cuerpo de demonio, pero sin la fuerza y poderes del infierno, ahora, parecía simplemente una mutación humana con alas, pero aun así, su Ñusta lo aceptaba, eso era lo que realmente le importaba a Supay.

Corría tras ella, como un niño detrás de un globo, solo mirando el destino final, mas no el camino que recorría, la Ñusta se detuvo en el centro de la plaza central y Supay la miro como solo el amor sabe mirar, increíblemente esos ojos de demonio ahora estaban brillando con la luz del amor, se acerco por fin a la Ñusta, sería su primer beso con su forma de demonio, sin cuerpo ajeno, solo así, piel con piel, por fin podía probar el sabor de sus labios, se acerco lentamente los últimos metros, como un adolescente caminando a su primer beso, pensando en hacerlo bien y con la idea de que tenia que ser perfecto, que tenia que dejar una buena impresión en su Ñusta.

Se acerco, las Ñusta abrió sus brazos para recibirle en un abrazo, como un árbol esperando a sus aves, dando todo de si por el placer de tenerlos en sus ramas, Supay se acerco, nunca había tenido tanto miedo de algo tan bonito, nunca había tenido una sonrisa tan bella en sus labios como la tenia ahora, en este momento no importaba el dolor de sus manos, ni el dolor de su frente, ahora solo importaba ese momento, ese instante en el que el resto del mundo dejaba de existir para solo dejar paso a aquel encuentro, a ese bello momento que Supay pensó que nunca pudiera llegar.

El tiempo se vuelve eterno para recorrer esos escasos centímetros entre él y los brazos de la Ñusta, mirando sus ojos, sus labios, pensando miles de ideas en tan pocos segundos de distancia al primer beso, a ese momento sublime por el que tanto a luchado, puede sentir su olor, el silencio era tan grande que Supay podía escuchar el latido de su propio corazón, ahora por fin Supay abraza a su Ñusta con su propia piel.

Sin comprender, Supay se ve estrellado contra una pared de aquel frió y oscuro pasillo, aturdido no comprende que a pasado, ve a su Ñusta a varios metros de distancia caminando hacia él, Supay se incorpora lentamente, su cuerpo esta muy débil para soportar estos golpes, su cabeza le duele como nunca antes, una parte por el golpe otra parte por la confusión, después de levantarse, Supay empieza a escuchar el sonido de muchas botas correr sobre los pisos superiores y una marcha silenciosa de objetos metálicos invade sus sentidos, mira hacia arriba y ve como rápidamente los balcones se iluminan con pequeñas luces en los hombros de varias docenas de hombres, Supay esta aterrado, corre hacia su Ñusta para sacarla de ese peligro inminente, la toma de su mano y nuevamente se ve lanzado contra una pared, en medio de su aturdido pensar, Supay trata de entender que pasa, mira a su Ñusta que se encuentra cada vez mas cerca, esta abre su blusa y muestra el Báculo de Zoroastro.

Supay busca una repuesta, una respuesta a una verdad encontrada sin buscarla, una respuesta a un simple, “¿Por qué?”, aprovechando el estado de aletargamiento de Supay los cazadores tira sobre él una red, al mismo tiempo que varios hombres desciende por las paredes del centro comercial colgados de sogas ancladas a las pisos superiores, otros tantos apostados sobre la cornisa apuntando al demonio, sin disparar hasta que la Ñusta este fuera del ángulo de tiro, Supay se levanta en medio de la red, como una mosca esperando la llegada de la araña que terminara con su existencia.

De pie, luchando por escapar de la red, ve como la Ñusta se acerca y justo cuando cree por fin tener la parte inicial de la red, es tocado por la Ñusta y vuela por el aire hasta estrellarse con una nueva pared, cada toque de la Ñusta es menos fuerte que el anterior, por que en cada toque Supay se vuelve más humano, pero cada impacto contra el piso y las paredes duele más, sus alas en medio de la red se desgarran, se enredan en cada trazo y con cada golpe e intento de fuga rompe lentamente la carne de la que están hecha ahora sus alas.

Toque tras toque, golpe tras golpe, Supay esta cada vez más débil y aturdido, en el piso, ya se encuentran muchos hombres abajo y los de los pisos superiores empiezan a bajar, rápidamente se hace un circulo en cuyo centro esta Supay, golpeado, sangrando, viendo en el pecho de la Ñusta, la señal que identifica a una cazadora, a un miembro de la Hermandad.

La oscuridad se disipaba, la verdad esta surgiendo en medio de dolor, pero el dolor no solo existe en el cuerpo de Supay, también esta en la mente de la Ñusta, quien recodaba la conversación que ese día tuvo con esa persona que hasta ese día pensó era su Padre.

“Lo he visto padre” - Recordaba la Ñusta la conversación de días pasados. “Grande, oscuro, es horrible Padre, nunca creí que existieran de verdad, el mismo me hablo de si, pero pensé que esta loco o que existía una manera razonable de explicar las cosas pero...”, - Su Padre interrumpió el relato.

“Tranquila, ven siéntate a mi lado”, - Dijo su Padre, - “Aquí estarás a salvo, siempre has estado a salva, tu marca te protegerá mientras él sea un demonio y no habite en el cuerpo de un humano”.

La marca, esa marca que llevaba en su pecho, esa marca que recordaba desde que tenia uso de razón, marca que tantas veces le costo explicar a sus amigas y a los hombres que estuvieron en su intimidad, esa marca que siempre había sido un estorbo, un dolor de cabeza, y algo eterno que ocultar, ahora le permitía enfrentarse a uno de sus mas grandes enemigos, “El Diablo”, al mismo demonio. Esa figura de Báculo tatuado en su pecho ahora la protegía.

Su padre ese día le explico la misión, como sería la captura y el por que de su marca.

“Debes saber toda la verdad”, – Dijo su Padre – “Hace muchos años un sacerdote llego a nuestra casa en medio de la lluvia, en medio de una tormenta que paresia la guerra entre el cielo y la tierra, destellos de rayos, el sonido del romper de los truenos, una tormenta como nunca la había visto y como nunca la volví ver. Tu Madre y yo siempre hemos sido muy creyentes, y recibimos a aquel sacerdote, en sus brazos, bajo la sotana, llevaba el cuerpo desnudo de una niña, un bebe de solo horas de nacida, el nos explico algo difícil de creer, difícil de imaginar”.

“Esta es la hija de una unión que nunca debió darse, es la parte pura de una unión sucia, de la unión del bien y del mal, esta niña es la parte buena de esa horrorosa unión que el cielo nunca debió permitir. La unión entre Satanás y un ángel del cielo, esta es la parte buena, la parte limpia e esa unión y les suplico que por favor la cuiden y guíen como su hija” – Recordaba el padre las palabras dichas por el sacerdote.

“La parte oscura esta donde debe estar, en medio del infierno, quemándose al lado de su padre, un demonio para otro demonio” – Decía el sacerdote – “Por favor, solo déjenme ponerle una marca que la protegerá durante toda la vida de su padre y de todo aquel ser de la oscuridad que quiera llevarla donde no debe ser o que desee hacerle daño”. “Ahí fue donde la marca llego a tu cuerpo y desde esa fecha te acompaña” – Confeso su Padre, la Ñusta esta muda, en otra situación no creería lo que decía su padre, pero después de lo que había visto en los últimos días, ya todo era posible.

“Nunca pensamos que llegara este día” – Dijo su Padre, - “Pero a llegado, entonces ahora debemos prepararnos para afrontar el destino”.

La Ñusta esta confundida, todo en lo que había creído ahora se derrumbaba, la idea de ser una mezcla de lo divino y lo mundano no le hacia gracia, menos aun ser hija del diablo y de un ángel que nunca llego a conocer,

Ahora ella recordaba esa charla, y aprovechaba su poder para por fin sacar provecho a esa marca, para poder hacer daño solo con tocar, solo con acariciar, era su hermano, pero no importaba, al fin y al cabo, su padre era culpable de su suerte, el no debía estar aquí, ella no debería estar ahí, el cielo nunca debió bajar al infierno, ni las llamas debieron tampoco nunca tocar la suavidad de una nube, la Ñusta daría lo que fuera por conocer a su madre, pues, a su padre lo odiaba, sabía que por el su existencia era triste desde que se dio cuenta de su parentesco con el lado oscuro que todos llevamos dentro, ahora, es como si ella estuviera pateando la cara del diablo en persona y esta venganza para ella era suficiente.

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