viernes, marzo 21, 2008

Paki 38 – Buscando un nuevo cuerpo.

Aun es oscuro, aun brillan estrellas en el firmamento, son las cuatro de la mañana, el frío envuelve el cuerpo de Supay, su mirada se distrae un momento en el firmamento, como si pudiera leer su destino en la forma en como están ordenadas las estrellas, como si cada estrella en su continuo brillar le indicara lo que debe hacer, como si el destino estuviera escrito en el oscuro manto de la noche y cada punto de luz fuera simplemente una frase que debemos descifrar para saber nuestro destino, como si el destino existiera, como si el futuro hiciera parte del tiempo y existiera como el pasado; sin la posibilidad de cambiarlo.

Supay se conecta de nuevo con su realidad, vuela alto, cada vez le cuesta más trabajo acostumbrase a sus nuevas débiles alas, busca un nuevo cuerpo, busca la oportunidad, busca adaptase mejor para ser lo mas natural posible para no llamar la atención, busca, busca, lo hace despacio, debe encontrar un cuerpo aparentemente sano físicamente, que pueda erguirse sobre sus dos piernas y a la vez pueda pronunciar oraciones completas sin estar bajo el efecto de las drogas.

En un puente, parado al borde del vació, un hombre intenta saltar, sin fe, sin ganas de vivir, con un cuerpo normal, con sus piernas en buen estado, desdichado, que mas despojo puede encontrar Supay en el mundo que un ser que lo tiene casi todo en su ser y no desea vivir, este es el cuerpo ideal piensa Supay, un ser sin deseo de vida, sin ganas de luchar por la existencia, algunos ya están muertos aun cuando respiran, algunos solo llevan la existencia en la carga del dolor de sus hombros, algunos no la soportan y desean arrojarse al vació con sus penas y su vida.

Supay sobre vuela mirando aquel ser, aquella triste escena de Dolor, el hombre mira al final del vació, mira su camino final, su ruta al infierno, no levanta la cabeza, teme a la mirada de Dios, pero aun así, en sus últimas oraciones pide perdón por sus pecados y por lo que va ha hacer, por lo que no puede controlar, es increíble que pidamos perdón por algo que es malo hacer y aún así lo hacemos, esa es la naturaleza del ser humano, en otros casos sabemos que hacer pero rara vez lo hacemos. Supay se acerca en silencio, se hace delante de aquel hombre, justo frente de sus mirada, “Mírame” – Dice Supay, “Soy lo último que veras en vida, pero soy lo que veras eternamente en tu infierno”, sin decir más Supay tomo su cuerpo.

Recorrió el puente, disfrutando de su nuevo cuerpo, se sentía a gusto con su nuevo estado, le recordaba sus épocas en las que podía poseer cualquier cuerpo, épocas en las que tomaba siempre los mejores cuerpos, los mejores seres, donde disfrutaba de los placeres de la carne, donde el limite era solo la resistencia de su cuerpo anfitrión y en algunas casos, el limite era su imaginación, es el placer de los sentidos en un nuevo cuerpo, en una nueva forma casi normal, ahora solo debe luchar por la melancolía que habita la mente y el corazón de este nuevo cuerpo, pero eso es un obstáculo pequeño, esa tristeza y esa melancolía no serán vista por la gente que lo rodea en las calles, esa gente que solo ve lo superficial de tu ser, donde se es juzgado por la marca de zapatos que usas o por el auto que conduce, o por cuantos mujeres tienes bajo tus pies, esa sociedad que hace años dejo de juzgar y de creer en lo intelectual, para poner en el mando seres con cuerpos perfectos, dinero a montones, o simplemente el mismo poder, ¿El poder para que?, simple, para disfrutar, no hay nada mas fuerte en el mundo que las ganas y el deseo de dominar todo, de tener al mundo bajo nuestros pies, por que ya todos hemos olvidados que ser lideres es para servir, no para lucirse, ahora camina dentro de la multitud, sin ser mirado como un despojo humano, en medio de esta sociedad que olvido lo simple de un saludo, de una sonrisa, donde nadie sabe lo de nadie, por que no podemos demostrar los débiles que somos, por que este ser que camina en medio de la muchedumbre es él despojo mas miserable de los que ha habitado Supay, pero es el que menos llama la atención.

Ahora Supay cuenta con varias horas antes del encuentro con su Ñusta, solo llega temprano para verla entrar, se acerca a ella, pero no le dice nada, solo quiere saber que estará ahí, y calcular mas o menos a que horas saldrá, esta vez no esperar en la clínica, esta vez, espera su suerte dando vueltas a la ciudad, pensando más, actuando menos, de nuevo Supay piensa que tiene suerte, ese último recurso de los mediocres.

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